miércoles, 4 de agosto de 2010

Postal desde Londres

Me siento en la sala de embarque del aeropuerto aguardando un "lowcost" destino Inglaterra, abro un libro para amenizar la espera pero un guiri sesentón de piel rosada se acerca tomándome por un compatriota suyo ("no me vendría mal un ligero bronceado", pienso) y me interroga acerca de los tamaños permitidos para el equipaje de mano.
A efectos prácticos es como si ya estuviera en Luton.

El aterrizaje (por no decir impacto) en dicho aeropuerto es tan brusco que lo considero "accidente aéreo". Reprimo las ganas de abrazarme con los compañeros de asiento tras tomar tierra y el resoplido de alivio dentro de la cabina es tan grande que con ese sólo impulso el avión podría avanzar pista abajo con los motores apagados.
Mi amigo Adriano me está esperando al final de los controles policiales así que sin perder un minuto, una vez reunidos, ponemos rumbo a la Gran Ciudad.

En la primera del millón de fotos posteriores nos plantamos delante de Buckingham Palace inspirados en la famosa firma del contrato de los Sex Pistols con A&M en 1977.



En las copas de los árboles adyacentes una ardilla salta de rama en rama y unas chicas alemanas están tan absortas mirando al cielo, observando al animalito, que aprovechamos para pasar (desapercibidos) a su lado y mirar dentro de sus generosos escotes.
No tarda mucho en asomar por el horizonte la noria gigante situada junto al Parlamento, sólo de mirarla me entra un vértigo atroz así que entramos en un pub para tomar la primera de lo que a partir de entonces será la moneda (y unidad de medida) del viaje, por encima de la libra esterlina: la pinta.

El albergue esta situado en pleno Picadilly Circus, la habitación que nos ha tocado es de cuatro plazas y no hay nadie cuando nos instalamos, tan sólo dos maletones ocupando la litera contigua... ¡misterio!
Adriano empieza a relatarme la vez que en un albergue similar de Liverpool un par de años atrás le tocó compartir cuarto con unas eslovacas cachondas que se paseaban en braguitas y con las tetas al aire. Suspirando, cruzamos los dedos para que esas insípidas maletas estén llenas a rebosar de tangas procedentes del este de Europa...

Quedamos con Gerardo (un amigo de Adriano, también español) quien ejerciendo de sherpa nos lleva a un par de pubs del Soho. De camino a uno, una inglesita de bastante buen ver nos interrumpe diciendo en un correcto castellano "¿sois españoles verdad?".
La chica había vivido en Madrid y aseguró estar enamorada de nuestro país, le proponemos tomar algo con nosotros pero el amigo de Adriano, incomprensiblemente reacio, se acerca y dice a la guiri que no se fíe nada de nosotros... me pregunto por qué narices habrá dicho eso mientras una amiga de la chica da la puntilla a la faena llevándosela del brazo.

Comienzo a desconfiar de las recomendaciones de nuestro "guía", se acabó el dejarse llevar... el siguiente bar lo elegiríamos nosotros.
Entramos en "The Zoo" y la fauna del interior no desmerece al nombre del club.
Lamentablemente la mitad de la pista está llena de jovencitos españoles bastante pijos, dando la nota... a pesar de ello el resto del local ofrece cuanto uno se imagina al cerrar los ojos y visualizar la noche británica.
Camareros/as sexys e hiperactivos, clientes salvajes, el pachangueo musical completamente desterrado... y ese extraño aroma que combina violencia, tensión, alcohol y sensualidad a la manera anglosajona.

Entre las presentes predominan las lolitas, de entre las cuales destacan dos chicas con unas gafas enormes (y vestiditos pre-teen) que no paran de sacarse fotos "french kissing each other" calentando a todos los presentes.
Alguno prueba suerte y se arrima para participar en el juego... la que lleva unos calcetines beige hasta las rodillas parece no hacerle ascos a cualquier clase de promiscuidad, pero la de las gafas gigantes se enciende cada vez que su amiga se restriega con algún varón, montando en celosa cólera.



Un par de barras verticales decoran las plataformas de la pista y unas pakis tremendamente sexys se apropian de ellas improvisando un fogoso simulacro de lap-dancing.
Allá donde fueres haz lo que vieres: agarro a una chica por detrás y arrimo mi entrepierna a su trasero... ella se gira y veo el rostro de una niña a la que casi doblo en edad. Al ritmo de Katy Perry inicio la retirada, soltándola poco a poco y regresando a la columna donde reposa mi enésima pinta de la noche.

El ambiente se endurece, cuando los ingleses alcanzan el clímax en un bar la atmósfera se vuelve casi irrespirable: codazos y golpes bailando en la pista, bebidas derramadas o directamente vasos que vuelan...
De todos los impactos el que más me fastidia es el cubata que me tira por la espalda uno de los borjamaris españoles allí presentes. Le dedico mi mirada más asesina y noto como se le eriza el poblado flequillo, dando un paso atrás repitiendo más de tres veces seguidas "sorry". A veces está bien que no sólo los ancianos en los aeropuertos le tomen a uno por inglés.

Las bolleras de las gafas siguen con su número de Pimpinela y una de ellas casi se cae de la barra tras intentar colgarse al estilo Demi Moore... se incorpora con dificultad, reprime algo parecido a una arcada y sale corriendo al aseo.
Un italiano moreno muy joven y delgado, vestido con camisa azul y corbatita blanca no deja de mirarnos (pasadísimo) y poner caritas seductoras. Se aproxima lentamente balanceándose y guiñando el ojo, yo me giro dándole la espalda.

Hace ya un rato largo que Gerardo abandonó el campo de batalla, Adriano y yo nos hacemos fotos ultraviolentas y bebemos hasta caer en la cuenta que en la primera noche en Reino Unido estamos a punto de fundir casi la mitad del presupuesto destinado al resto del viaje.
Retirada.

Camino del albergue fantaseamos con la posibilidad de encontrarnos en la habitación con dos eslovacas sexualmente liberadas, que nos esperasen en ropa interior dispuestas a rendir pleitesía a la reciente campeona del mundo de fútbol... ¿follándonos?.



Subiendo las escaleras tramamos un sutil plan para abordarlas, un show propio de aquellas pelis setenteras... Pajares y Esteso resucitan décadas después en Londres.
Abrimos la puerta y nuestra líbido se desvanece al ver la litera contigua ocupada por dos maromos.
En menos de un minuto ya estábamos roncando...
Nuestros compañeros de habitación no sólo resultan ser (fastidiosamente) varones sino que además son (jodidamente) madrugadores: se levantan a las seis y media de la mañana y además lían el petate sin silenciador.

Aprovechamos el desvelo para, un rato más tarde, ponernos en movimiento.
Voy a las duchas del albergue envuelto en mi toalla y en la puerta me cruzo con unos japoneses en escuetos slips, mariposeando escandalósamente.
Una vez dentro del WC el silencio es total y me introduzco en la primera ducha que veo. Al minuto oigo unos ligeros ruidos en el exterior, pero mi naturaleza es bastante despreocupada en esas situaciones así que después de aclararme salgo fuera secándome, tarareando una de las canciones estrella de la noche anterior.



Y me encuentro de bruces con la mujer de la limpieza que, fregona en mano, repasa el suelo del aseo mirando fijamente mi desnudez con una extraña mezcla de curiosidad e indiferencia. ¿Cuántas pollas no habrá visto ya esta mujer cada mañana desde que se gana la vida fregando en aquel Hostel?
Es extraño, por un lado ella no retira los ojos... pero algo en su gesto recuerda a la impersonal mirada de un doctor en pleno examen médico. Yo tampoco puedo explicarlo muy bien, pero en ningún momento siento el impulso de cubrirme, y aunque normalmente suelo dedicar apenas unos segundos a dicha tarea, esta vez me tomo el proceso de secado con toda la calma del mundo. Ella aguanta mirando durante uno de los minutos más largos que recuerdo... finalmente lo interrumpo caminando lentamente hacia el lavabo y sólo allí, delante del espejo, me cubro de cintura para abajo con la toalla, y empiezo a cepillarme los dientes.
Se abre la puerta del exterior y entran dos muchachos nórdicos que se dirigen veloces a las dos duchas del fondo... cuando pasan al lado de la mujer de la limpieza ella agacha la cabeza.



Media hora después Adriano y yo tomamos por tres libras uno de esos "full british breakfast" que ya, de buena mañana, te colapsan las arterias: bacon, beans, salchicha, huevo frito, tostada, tropezones grasientos no identificados...
En el hilo musical de la cantina Tina Turner canta "what’s love got to do with it"... y yo hago un titánico esfuerzo para no romper a llorar.


14 comentarios:

Anónimo dijo...

Hola Bloga!! Así que ya volviste de las vacaciones, qué tal te fue? Yo no he estado en Inglaterra pero no me importaría :)
Así que con tres maromos en la habitación buenoo seguro que tenías alguna vecinita, por cierto a mí me confunden mucho donde vivo con una chica inglesa, y es cierto es alucinante cómo nos parecemos, de hecho cuando yo no sabía quién era la ví un día por la calle y ya supe que era ella y efectivamente, un amigo común nos sacó una foto para que nos viéramos porque nunca coincidíamos y somos clavadas, ahora ya nos presentaron y es muy maja también jeje, un besoteee !!

la chica pirata dijo...

después de leer esto, me dejas con los dientes largos.
:)

un saludo!

Mr. Rific dijo...

VIR: jeje, eso de tener un gemelo, aunque sea falso, es maravilloso... espero que le saques partido y hagas alguna que otra trastasa a cuenta de tu alter ego inglés (el hecho de que sea guiri y no se entere de la fiesta es una ventaja extra)
He vuelto cansado pero con ganas de seguir dando guerra.
Besos dobles (por si me confundo y se los planto a tu clon)

CHICA PIRATA: Bienvenida, y espero que tus colmillos sigan afilados para siguientes episodios... por estos rincones se admiten toda clase de dentelladas.
BS

F.A. Giovanni dijo...

¿Has visto una peli llamada "El factor Pilgrim"? Va de unos gañanes que viven en Londres en plan multicultural con bajo presupuesto. Me he acordado de ella mientras leía. De las que describes, algunas escenas tienen su gracia, pero faltan los ligues, aparentes o reales. Una pena lo del albergue xD
Ya que estamos, ¿una pinta allí es como un caña spagnola?

Mr. Rific dijo...

Jeje, sí que he visto esa peli Dani, aunque mi viaje ha sido más una especie de Camino de Santiago anglosajón.
Digamos que lo del folleteo en los albergues es una especie de mito... no llega al nivel de ciencia-ficción del fontanero/vendedor al que le abre la puerta una mujer medio desnuda arrojándolo a su cama, pero poco le falta.

La pinta es más o menos medio litro, una unidad de medida que deja a nuestra caña en desventaja, y al pobre hígado encogido pidiendo auxilio.
Allí los lugareños las engullen, nosotros aún vamos con la "L" puesta.

¡un saludo!

Xana dijo...

me ha encantado tu relato,
y es que si la vida ya es siempre una caja de sorpresas, viajar, lo es aun mas si cabe.
a los que este verano estamos castigados, es un regalo estos relatos.

y ademas, la veces que fantaseo con qye el veciono de enfrente el nuevo alumno, yo que se sea alguien que me de vidilla,,jajaj
un besazo

Mr. Rific dijo...

Gracias Xana, todo viaje es una pequeña/gran aventura... ¡y que nunca nos falten las ganas de fantasear!
Sobre todo en verano ;)
BS

panterablanca dijo...

Yo creo que a la mujer de la limpieza le gustabas. Mira que si te ataca bayeta en mano... jijijijijiji!! Bienvenido :-)
Besos selváticos.

Mr. Rific dijo...

Pantera, las mujeres en uniforme tienen su morbo... y ese hipnótico olor tan concentrado a lejía y productos de limpieza que emanaba del carrito...
Un cocktail explosivo.

Full British Kisses

Anónimo dijo...

Ay pobre, menudas historietas!! jajaja
Un besooo

http://anialonso.blogspot.com/

Princesa Negra dijo...

En aquel momento te hubiera cogido por los hombros y dado un beso en la mejilla. De que te desilusionaste? Porque esas ganas de llorar?..... creo que esta historia la has dejado a medias.

Mr. Rific dijo...

ANIA ALONSO: ¡Es lo que hay! Salir al extranjero y no dar un poco de guerra no merece la pena...

PRINCESA NEGRA: Pues el beso que sea en el balcón de Buckingham Palace, que según estoy viendo ahora en la tele los besos en ese lugar adquieren dimensiones "reales" ;)

Princesa Negra dijo...

Me gustaría que me explicaras toda la historia.... si quieres…..tal y como tú sabes hacerlo, seguro que hay más, mucho más para que te afectara de aquel modo.....me vas a dejar con la curiosidad después de ponerme la miel en los labios……..no, no seas así…….intuyo una historia muy bonita.
Lo del beso en Buckingham......no creo que nos dejaran.

Mr. Rific dijo...

PRINCESA NEGRA: No vas desencaminada y bajo este relato hay un mar de fondo de dimensiones considerables... pero prefiero reservármelo si no te importa :)
Lástima que no nos dejen el beso, seguro que lo haríamos mucho mejor que Kate y el principito anglocabrón