viernes, 28 de octubre de 2011

"La Fórmula de la Coca-cola"

Quedo con Celia para tomar una cerveza. Su llamada este mediodía me ha pillado de sorpresa, hace mucho que no nos vemos y con ella (siempre que sepa jugar bien mis cartas) existe la posibilidad de acabar en la cama (que dispone para ciertos menesteres) de la buhardilla del chalet de su hermano, allá en las afueras...

Camino del lugar de la cita me pregunto (ligeramente excitado) cuáles serán sus intenciones para el día de hoy.

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Vamos a una cervecería nueva que han abierto cerca de su barrio, entramos (huele a recién pintado) y ella deja el bolso sobre un taburete en lo que me dice qué va a tomar... abandonándome acto seguido para enfilar el camino del servicio.

El camarero se acerca a mi altura y saluda ("buenas, ¿qué va a ser?") con gesto altanero, apoyando su brazo derecho sobre la barra, dejándose caer sobre ella.
"Hola -sonrío al descubrir en la estantería varios botellines de cierta marca de cerveza que me gusta- póngame una Grimbergen Optimo Bruno y una Coca-Cola Light"


El fulano de repente me mira con gesto burlón y como si aquello se tratase de un puticlub y él fuera mi compañero de taburete esperando turno para subir a la habitación de Mesalina... me suelta (guiñando el ojo) la siguiente frase: "¿Una coca-cola light? Anda, píde otra cosa a la chica... que así no vas a conseguir nada de ella..."

"¿Perdón?", pregunto, alucinando.
"Que sí, tú hazme caso y pídele algo más fuerte", nuevamente me hace la seña de llevar "treinta y una" al mus.

"¿Y qué pasa si la coca-cola es para mi?", pregunto inclinándome hacia su lado de la barra...
"¡Eso no puede ser!", exclamó el barman, soltando una carcajada tan falsa como desagradable...

"¡Vaya hombre! -respondo poniéndome lo más serio posible- ...entonces vamos a hacer lo siguiente: mejor no me pongas ni la cerveza ni el refresco"
"¿Y qué va a ser pues?", pregunta, sin disimular su desconcierto.
"Nada. He cambiado de opinión y no vamos a tomar nada...", contesto, agarrando el bolso de Celia.

Ella regresa del WC y salgo a su encuentro... "Mejor nos vamos", digo señalando con una reverencia el camino hacia la puerta.

Ella toma su bolso y me mira extrañada... "¿Qué es lo que pasa?", pregunta, acompañándome obediente hasta la salida.
"No te lo vas a creer -sonrío- pero hemos ido a dar con el único bar del mundo donde no sirven Coca-cola..."

martes, 18 de octubre de 2011

Comida Rápida (o "La Toma de la Colina")

MARTES:

Hoy tenía una cita a ciegas (de vez en cuando me encanta tener alguna) con una chica con la que llevo casi un mes intentando quedar... lamentablemente a última hora me avisa anunciando que no puede.
Su excusa no me suena nada bien, no puedo evitar desconfiar de sus intenciones y siento el impulso de "vengarme" entrando nuevamente en el chat donde la conocí... y substituir su expectativa por la de otra.

Una hora después, tras varias conversaciones privadas, consigo el mail de una chica de mi ciudad.


En el messenger parece simpática pero no es especialmente habladora ni parece dispuesta a enseñar una fotografía.
Se hace tarde y nos despedimos fríamente hasta la próxima charla.


MIÉRCOLES:

No me conecto al messenger en todo el día.


JUEVES:

Coincidimos conectados a la hora de comer. Me dice que tiene curiosidad por ver cómo soy y me pregunta si tengo cam... contesto afirmativamente, ella también tiene así que propongo vernos un minutín usando el citado soporte... pero ella declina la invitación con una frase tan reveladora como sospechosa: "ahora no, vengo de la piscina y tengo la cara lavada... mejor en otro momento en que esté un poco maquillada".

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Por la noche hablamos de temas más personales, para ser más exactos sobre nuestras últimas experiencias con el sexo contrario.
Como no tengo casa propia me pregunta dónde voy con las chicas... acabo confesando mis frecuentes incursiones en el garaje de mi edificio o en cierto pasillo oscuro donde se alinean los trasteros, los servicios de ciertos bares, parques cuando el pésimo clima lo permite...
...ella tampoco dispone de casa pero admite suplir dicha carencia con su coche y cierta mantita especial que siempre lleva en el maletero.

Con mi respuesta ella reacciona con un "ya te vale" pero no se muestra en absoluto escandalizada... con la suya yo (directamente) comienzo a frotarme las manos...


VIERNES:

A primera hora de la tarde, antes de irse a currar, ponemos la cam un par de minutos. Ella (por suerte no es ningún coco) castaña, ojos marrones y gesto serio... "ahora es cuando me ves y decides salir corriendo", comento... ella se ríe y emite su veredicto: "para nada".



SÁBADO:
He quedado para salir pero antes de marcharme hablamos un poco.
Ella pasará la noche del sábado en casa... le pregunto si le apetece quedar mañana conmigo y no parece tenerlo claro: "los domingos me da una pereza salir que no te la imaginas".
"Bueno -respondo- yo mañana te recordaré la oferta por si te apeteciera"
Me despido diciendo que tengo prisa, el tiempo justo para ducharme, vestirme... y ella se despide contestando con una picardía.

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DOMINGO:

A mediodía sugiero nuevamente quedar y ella acepta. "¿A las ocho te va bien?", propone... y me parece bien.

Dice que le apetece probar alguna cerveza que esté buena, que hace poco se ha aficionado a esa bebida pero cuando llega el momento de pedir no se aclara demasiado... así que quedamos en una plaza donde hay una cervecería muy grande de estilo irlandés, malo será que allí no tengan alguna de las dos o tres marcas que (sin particular ánimo de emborracharla, que conste) me han venido a la mente.

"Pero debemos tener cuidado" -comenta- "que a mí se me sube mucho a la cabeza... ahora me estoy tomando una cerveza con gaseosa y ya me estoy poniendo tonta..."
"Descuida que con la primera cerveza no intentaré nada", respondo (icono sonriente guiñando el ojo)... y ella concluye la conversación deslizando un juguetón "a ver si vamos a acabar haciendo algo de lo que nos arrepintamos al día siguiente..."

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Ocho de la tarde. Ella llega 15 minutos tarde (problemas de aparcamiento) y la primera impresión es buena.
Por culpa de cierto partido de fútbol el bar donde quería llevarla está petado, así que acabamos entrando en otro cercano, menos atractivo pero más solitario.
Allí tomamos dos Mahous cada uno (no tenían ninguna de importación) y cumplo mi promesa de no intentar nada, sobre todo porque aquel lugar tan desangelado no me parece un sitio adecuado...


Ella me habla de su verano, las vacaciones... parece divertirse y emite buenas señales. Sin que yo se lo pregunte deja caer que mañana lunes no trabaja por la mañana.
Miro el reloj. "El partido ya habrá terminado -digo- seguro que se ha despejado la cosa en el Irlandés... ¿vamos para allá?".
Ella sonríe y acepta.

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Pido dos cañas largas de Paulaner (de trigo) y vamos a la mesa de la esquina más obscura del local.
Me habla de su trabajo, en una (lo dice con cierta guasa señalando mi despoblada cabeza) clínica de tratamientos capilares... le pregunto si tienen mucho éxito y ella contesta que más o menos, pero que los milagros tampoco existen...

Entonces le digo que yo creo en la magia, en la capacidad curativa de ciertos rituales... "si esto fuera un cuento de hadas -comienzo a hablar bajito- yo sería un personaje maldito, condenado a una irreversible calvicie... y tú la hechicera que rompería el encantamiento"
Ella se ríe... "¿y cómo podría hacer eso?", pregunta.
"En el 99% de los cuentos esas cosas se arreglan con un beso...", contesto mientras me acerco y le planto uno en la boca.
Ella responde vorazmente, alargándolo durante un par de minutos.

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Tras un buen rato mitad hablando, mitad enrollándonos (más de lo segundo), miro el reloj del bar (casi es medianoche) y ella me pregunta en qué pienso.
"Pues en que ojalá te hubiera conocido este pasado Agosto", respondo... "¿Cuando estabas sólo en casa?" -pregunta... yo asiento con la cabeza- "...pues sí, una verdadera pena"

Decido saltar al vacío (dando por supuesto que a ella también le apetece echar un polvo) y sin más miramientos pregunto si se le ocurre algún sitio donde pudiéramos ir... y ella (sin pestañear siquiera) sugiere que vayamos a su coche.

Un minuto después la cuenta está pagada y vamos (a paso ligero) camino de su Opel Astra.

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Ya en ruta ella sintoniza en la radio los 40 Principales, casualmente emiten un programa de temática sexual: un chico llama porque desconfía de su novia y se despacha a gusto... después la locutora lee un relato erótico poniendo especial énfasis en los gemidos y susurros.
"¿Esto lo tenías preparado eh? No mientas...", comento entre risas.


Me conduce al rincón más recóndito y resguardado del aparcamiento del estadio de fútbol, cerca hay otros tres coches sospechosamente estacionados... y otros tantos (los mirones o los indecisos) simplemente dando vueltas.

Vamos al asiento trasero, nos desnudamos y (amén de otras lindezas) follamos un par de veces... iluminados fugazmente (un efecto bastante porno, todo sea dicho) cada poco rato por fogonazos de luz procedentes de los faros de otros (indiscretos/dubitativos) vehículos "perdidos" por la zona.

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Después de vestirnos regresamos a la parte delantera, ella arranca, se enciende automáticamente la radio y en los 40 sigue llamando gente contando sus experiencias sexuales... ella agarra el teléfono y en plan de cachondeo sugiere que llamemos al programa para contar lo que acabamos de hacer... ¡pero de repente el móvil comienza a sonar!
"Joder, ¡mi padre!", exclama sin atender la llamada...
"Venga, cuéntaselo a él -retomo el cachondeo- ya sé que no será lo mismo pero..."


LUNES:

Vuelvo de un centro comercial de las afueras al que he acudido en busca de ofertas para pillar un ordenador portátil.
En el autobús de regreso a la civilización paso al lado del parking del estadio... miro a través de la ventanilla y observo el montículo (ahora desierto) donde me llevaron apenas unas horas antes.
"Creo que pillaré el Samsung de trescientos y pico euros", pienso...


martes, 11 de octubre de 2011

Violencia del Género Bobo

No quería irme a casa (era sábado y apenas medianoche) así que llamé a mi amigo Álvaro para ver dónde se encontraba.
Me dijo que acababa de cenar con la panda de amigos de su novia (todos ellos bastante muermos, según comentó) y estaban en un bar camino del centro...
...antes de decidir pasarme un rato a verlo ya me estaba rogando que lo hiciera. La suerte estaba echada.

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Álvaro no mentía, aquella gente con la que le habían juntado era muy poco animada, sin embargo al fondo de la barra vi una chica pelirroja que me llamó la atención al instante.
Hablaba con otro chico del grupo y por su gesto parecía estar aburriéndose soberanamente.

La novia de Álvaro echó mano de su cámara y animó a todos los presentes a posar para una foto grupal, me pidieron que la sacara y mientras instaba a la pandilla a arrimarse (ante el estrecho objetivo) observé como en una esquina el chico "pesado" intentaba colocar su brazo alrededor de la pelirroja... ella se revolvió, se desmarcó hábilmente y se puso en el extremo contrario dando un palmo de narices al muchacho.


Tras tirar la foto y devolver la cámara a su dueña me acerqué a la pelirroja.
Saludé (creo que diciéndole que me había fijado en que había sido la única que no gritó "¡patata!") pero ella no me prestaba atención, buscaba algo con la mirada... "perdona" -me dijo, indiferente- "ahora vuelvo ¿vale?"

Fue por un taburete y lo acercó hasta donde estábamos el resto del grupo, se sentó (resoplando) y ni me miró... tenía pinta de que ni me había escuchado o no tenía especial interés en conversar conmigo.
Insistí. Me acerqué nuevamente y le dije, sonriendo: "Vaya... tú, antes muerta que sin silla..."
Levantó la vista, me observó, sonrió... y dijo: "guardame el sitio, un segundo".
Entonces se levantó, fue por otro taburete, lo acercó poniéndolo junto al suyo y me invitó a tomar asiento.
"Esto marcha", pensé.

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La siguiente media hora la pasamos en animada charla y en un par de ocasiones me fijé (disimuladamente) en el chico que minutos antes había sufrido el "desaire" de la pelirroja... nos observaba desde la esquina contraria de la barra con cara de pocos amigos, sin perder detalle de mi acercamiento, al acecho...

El caso es que apenas tuve tiempo de nada, cuando nuestra conversación llegaba a su punto más amable y relajado la pandilla decidió levantar el campamento y dirigirse a un sitio (creo que la casa de nosequién) donde no estaba previsto que alguien como yo (ajeno al grupo) fuera... cuando Álvaro me comentó la situación acepté mi retirada con deportividad, pero lo realmente esperpéntico aconteció poco después, mientras me despedía de la pelirroja.

De repente se acercó a nuestro rincón el muchacho desdeñado, sin disimular su encabronamiento (ni sus evidentes síntomas de embriaguez), interrumpió nuestra conversación diciendo a la chica algo así como "que ya le valía la bobada... que iban a llegar tarde y estaban casi todos fuera muertos de frío esperando por ella... que tenían que irse YA"


Creo que la pelirroja me leyó la mente, porque justo cuando iba a decir al fulano que si tanta prisa tenía ahí estaba la puerta, etc... ella me agarró del brazo y me miró con un gesto de "haya paz"... y dijo al pesado que ya salía...
...él me miró desafiante y entonces (no lo pude evitar) delante de sus narices, a modo de despedida, pedí a la chica el teléfono.

Ella me dio su número sonriente, recreándose en la operación con deliciosa parsimonia... mientras tanto, el perro rabioso echaba espuma por la boca.

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Salieron por la puerta y antes de irme a casa pregunté a Álvaro qué era lo que pasaba entre esos dos... según me dijo, en la anterior cena que tuvieron el mes previo, a última hora de la noche se acabaron enrollando; hoy él quería repetir pero ella (bastante arrepentida de lo sucedido) no parecía estar por la labor...

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La semana siguiente llamé a la pelirroja, quedé con ella y nos liamos. Nos vimos dos o tres veces más a lo largo del mes, siempre de manera tan discreta como despreocupada.

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Cuando llegó la siguiente cena de su grupo de amigos fue ella quien me envió un sms a medianoche proponiendo que me acercara al bar donde estaban tomando la copita.
Cuando llegué al sitio me sorprendió bastante la decoración del bar (un montón de cosas repartidas en cada rincón: una silla de barbero, un saco de boxeo, una máquina de coser... colgadas del techo: maquetas de aviones, globos, un astronauta... o en las paredes: carteles de cine, posters de cómics, discos de vinilo...)... pero los realmente sorprendidos de mi aparición fueron los miembros de aquella sosa pandilla de amigos, sobre todo al ver que no me sentaba con Álvaro sino al lado de la pelirroja.


El iracundo fulano de la otra vez también estaba presente, me clavó su mirada (asesina) y para tener la fiesta en paz decidí no dar muestra alguna de familiaridad o intimidad con su pelirrojo objeto del deseo.

A la media hora ella me dijo que estaba muy cansada, que se piraba a casa... me ofrecí a acompañarla hasta el coche y ella aceptó.
Al levantarnos (juntos) y anunciar nuestra marcha observé cómo la mayoría se quedó boquiabierta, sin embargo el careto que jamás olvidaré fue el del pelele celoso... ojos inyectados en sangre, mordiéndose el labio inferior... ligera columna de humo amarillento alrededor de su cabeza...

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La acompañé cuatro calles abajo, nos dimos unos cuantos besos junto a su coche, nos despedimos y regresé al bar de antes donde me esperaban Álvaro y otro amigo descarriado que se dirigía para allá.

Ni por asomo pude imaginar el panorama que me esperaba en aquel local...
Entré por la puerta y el grupo se había dividido en dos:
- aquellos (probablemente curados de espanto) que continuaban de distendida tertulia ajenos al show...
- y quienes, perplejos, observaban al colérico fantoche (mi "amigo", el aprendiz de Otelo) liarse a puñetazos y patadas contra el saco que colgaba en una de las esquinas del local... apartado del resto, descargando su rabia.


Se percató de mi presencia y siguió con la mirada mi caminar por la sala (esta escena la recuerdo como a cámara lenta) hacia la mesa de mi amigo... no dijo nada, simplemente se volvió al saco y le propinó una patada lateral tan descontrolada que casi acaba de rebote con el trasero en el suelo.

Me senté al lado de Álvaro y encendí un cigarrillo.
"La que has liado...", me dijo, mientras nuestro querido Tyson se dejaba los nudillos en un par de directos al bajo vientre del saco.

Señalé la escena con la punta del cigarrillo... "Mejor al saco que a mí", respondí.


jueves, 6 de octubre de 2011

"Los Restos del Naufragio"

Mi viejo ordenador parece haber soltado su último suspiro...

Lo tengo desde hace 10 años y un mes, una torreta de esas que en invierno calientan la habitación como la mejor de las estufitas... de esos trastos que cuando enloquecen y empiezan a hacer ruidos extraños da la sensación de que en cualquier momento echarán a volar, rumbo a un planeta desconocido...

Pregunté a mi informático de cabecera acerca de los síntomas y su crudo diagnóstico me ha sonado a certificado de defunción... pero antes de que los expertos se decidan a acreditar el deceso, he pasado los últimos días extrayendo (con cuentagotas, apenas aguanta encendido unos renqueantes instantes) en varios pinchos USB el mayor número de datos y archivos posibles...

Yo no soy una persona especialmente nostálgica, pero enfrentarme a esta tarea ha supuesto una experiencia más dura de lo esperado.


En un principio pensé en guardar solamente aquellos documentos de importancia para el trabajo, estudios, etc... pero pobre de mí cuando abrí un par de carpetas almacenadas en "mis documentos", llenas de archivos recibidos, etc... una especie de registro desordenado de mi última década de vida... uf, ahí perdí el control y la selección se volvió frenética, pasando a ser cuestión de vida o muerte...

¿Por dónde empezar?

Mi Titanic se hundía y siguiendo el viejo aforismo decidí que las mujeres (en este caso no hay ningún niño) irían primero.

FOTOS DE CHICAS: las que conocí, las que besé, las que circunstancialmente me obsesionaron, las que jamás llegué a ver en persona, las que me tiré, las que pasaron de mí, las dos de las que me enamoré, las que (sin yo pedírselo) me enviaron imágenes de su cuerpo total o parcialmente desnudo, las impostoras...

VÍDEOS DE/CON CHICAS: celebraciones (aquella nochevieja, aquel santo), viajes (al pueblo o al extranjero), vacaciones (la "última" navidad, esa semana santa perfecta, el verano que jamás debió existir), fiestas (infames borracheras, descontrol y vergüenza ajena, siempre un cigarrillo entre los dedos), karaokes (con interpretaciones más dignas de lo previsto), la playa, confesiones ante la cámara...


CONVERSACIONES DEL MESSENGER: Ligoteos, confusiones, cortejos, cibersexo, secretos, revelaciones, peleas...

Montones de canciones, documentos o cosas intercambiadas que en su momento significaron algo importante... tantos y tantos "detalles".

Confieso que sudé una barbaridad hasta que no vi dentro del correspondiente pincho todas y cada una de esas reliquias.
Por suerte actualmente se encuentran a salvo.
Y es que de algunas de esas historias, si no conservara ciertas "pruebas", nadie las creería...