miércoles, 24 de julio de 2013

"Películas Malditas"

Hace mucho tiempo, en una galaxia muy, muy lejana... empecé a salir con una chica de esas que sistemáticamente te dan una de cal y otra de arena.
Su carácter era extraño, tenía la facilidad de fascinar a los hombres pero no por sus virtudes sino por sus defectos... desprendía un irresistible aura de fatalidad.

Cierta tarde hablando de cine me confesó que jamás había visto ninguna peli de la saga de Star Wars. Esa misma tarde puse a descargar en el emule las últimas versiones remasterizadas, digitalizadas (y destrozadas) de La Guerra de las Galaxias, El Imperio Contraataca y El Retorno del Jedi... con intención de ponérselas en mi casa cuando poco después me quedara solo en Semana Santa.


Entre que el emule iba lento y que no lo tenía conectado demasiado tiempo, el caso es que la primera peli tardó una semanita en descargarse. La segunda fue especialmente lenta, necesitó prácticamente diez días para completarse.

Al poco de comenzar a bajarse la tercera, tomando un café con ella me habló de un ex que tuvo años atrás, un chico con el que hizo muchos planes pero que se tuvo que mudar con la familia al quinto pino y perdieron el contacto.

Una de las anécdotas con ese chico fue que un día esperaron una cola kilométrica para ver "Titanic" en un cine y cuando llegaron a la taquilla no quedaban entradas, se quedaron sin verla. Poco después el muchacho emigró.
"¿Te puedes creer que no he visto todavía Titanic? -me dijo- ...y mira que la han echado veces en televisión pero no hay manera, esa peli o la veo algún día con ese chico o nada"

De repente tuve una revelación. En ese último rato que ella me habló de aquel noviete del pasado se mostró más cariñosa, sonriente, romántica y entusiasmada que en todas las horas que había echado conmigo en el último mes que llevábamos quedando.

No sé por qué, pero cuando fui a casa detuve la descarga de "El Retorno del Jedi" y borré las dos primeras partes.
Algo dentro de mi me aseguraba que no vería esas películas con ella.

Mi intuición fue acertada, tres días después me dijo que no podíamos seguir saliendo, que había un chico en su barrio... osea: que la Fuerza me acompañe.

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Igualmente hace no pocos años quedé un par de veces con una chica a la que se le antojó ir a ver al cine la nueva entrega de las aventuras de Harry Potter. Creo que era la tercera...

"Tenemos que ir, ¿iremos verdad?", me repitió varias veces con cara de corderito degollado, tras pasar delante de un cine donde la anunciaban con un cartel gigante...

Yo no había leido ninguno de los libros ni visto las pelis.
Un amigo mio las tenía en DVD y se las pedí prestadas, recuerdo el atracón de niños magos que me pegué la víspera del estreno en cine de la tercera, ese tipo de películas no me entusiasman así que acabé bastante saturado y resignado a tener que comerme con patatas otra ración veinticuatro horas después...

Pero "por suerte" al día siguiente no fuimos al cine. Ni el siguiente, ni el otro, ni el de más allá...


Ese finde no quiso/pudo quedar alegando alguna excusa peregrina, la semana siguiente dijo que se puso mala, la otra que se iba con las amigas nosedonde... para la cuarta ni siquiera hubo excusa, silencio administrativo. 

Se ve que la chica cambió de planes, respecto a mi... imagino que no sobre su puto Harry Potter de los cojones.

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Una vez, cierta noche de sábado me lie con una chica, al día siguiente tenía un subidón tremendo porque pensé que había conseguido un premio de "caza mayor".
La llamé para proponer un café pero se mostró evasiva, por no decir arrepentida... me dijo que lo sentía pero que se iba al cine "con un amigo".
"¿Y qué peli vais a ver si puede saberse?", pregunté.
"El Jardinero Fiel", contestó.

A pesar de que lo intenté, no volví a quedar con ella y desde entonces cogí una manía tremenda a esa peli, no quise verla.
Creo que es la última vez en mi vida que he experimentado algo parecido a "celos corrosivos"

No obstante, años después la echaban en televisión y tras leer algunas reseñas positivas en prensa le di una oportunidad.
Sí, vale, no está mal, incluso diría que es por momentos interesante... pero lo siento, la peli está irremediablemente contaminada.

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En cierta ocasión, una chica con la que solo me había acostado un par de veces de manera informal me dio un gran susto. Me confesó que tenía un "retraso" importante y que estaba bastante preocupada.

Era la primera vez que me pasaba algo similar así que no pude evitar que el pánico se apoderara de mi.
Esa noche no pegué ojo y pensé las cosas más disparatadas... estaba seguro de haber usado la debida protección en todo momento pero ya se sabe, siempre hay un mínimo reducto para la estadística de condones defectuosos, etc

Los siguientes cuatro días fueron verdaderamente agónicos, pero especialmente recuerdo la mañana del día siguiente a recibir la noticia.
Aún carcomido por los nervios fui a una sesión de la Filmoteca, para distraerme y no pensar en nada durante el rato que durara la película.
Echaban el clásico "Impulso criminal", de Richard Fleischer, con Orson Welles y en glorioso blanco y negro.


Pues bien, durante sus 103 minutos de duración no me enteré de nada, me revolvía sin parar en la butaca como un león enjaulado, era incapaz de concentrarme en la trama... salí del cine tal cual había entrado.

Finalmente le vino la regla, recuerdo que cuando me enteré lo celebré como si hubiera anotado un triple ganador en el último segundo de una final... ¡aleluya!

Hace unos meses otra chica me comentó que estaba inquieta por un retraso y que yo era el único con el que había mantenido relaciones en ese tiempo.
Esta vez me sorprendí a mi mismo tomando el incidente con una extraña calma, creo que toda mi paranoia y descontrol fue agotada en aquella primera experiencia.
Al igual que en la anterior ocasión estaba seguro de haber usado la debida protección y me limité a esperar confiando 100% en el feliz desenlace... y así fue. Falsa alarma.

Lo gracioso es que esta vez no lo celebré quitándome la camiseta dando brincos por mi cuarto... no, festejé la buena noticia viendo en el ordenador "Impulso criminal" con la debida calma, enterándome por fin de lo que en ella pasaba.

Era algo así como una deuda histórica, una cuenta pendiente... que por suerte he tenido ocasión de saldar, porque es una película que merece bastante la pena.

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Hace años conocí a una chica excepcional. Teníamos muchos gustos comunes, entre ellos ciertas películas y directores de cine... quizás por eso cuando aquel año uno de nuestros cineastas preferidos del momento estrenó su película planeamos quedar para ir a verla juntos.

La fecha de estreno coincidió con un viaje suyo, la película se ve que no tuvo éxito porque duró poquísimo en cartelera... el caso es que cuando ella regresó ya no la proyectaban en ningún cine.
El plan B que decidimos fue alquilarla cuando saliera en DVD para verla igualmente juntos aunque fuera en pantalla pequeña... lamentablemente nunca tuvimos oportunidad de hacerlo.

Por cierto extraño respeto reverencial nunca vi la película, hacerlo sin ella no me motivaba.

Hace poco leí en una revista de cine un reportaje en el que se analizaba la irregular filmografía de ese director. Sonreí al recordar aquellos planes del pasado y decidí que quizás sería bonito levantar aquella veda sentimental a modo de homenaje... así que años después me planté delante del televisor y pulsé el "play".

Madre mía, qué horror... me pareció una película flojísima y por momentos ridícula. Pero no nos engañemos, el mayor fallo de "La Película" es que no la vi con ella, de haber sido así el aprobado en mi crítica estaría asegurado.


miércoles, 17 de julio de 2013

"TRES AÑOS"

La semana pasada, concretamente el trece de Julio, se cumplió el tercer aniversario de este blog... la verdad es que nunca pensé que duraría tanto.

El ritmo de publicación no es todo lo ágil que me gustaría, sin embargo a pesar de ello no se me pasa por la cabeza (de momento) la posibilidad de abandonarlo, destruirlo o cerrarlo.
La razón primordial es que tres años después sigo diviertiéndome tanto escribiendo como publicando en él.

Aprovecho el aniversario para dar las gracias a lectores, comentaristas y seguidores... también a todos aquellos que en un momento dado me hayan enviado un correo (spam aparte) mostrando crítica o afecto.


No quiero olvidarme del pequeño grupo de personas que en estos años he "contactado" epistolarmente... y el par con el que (casualidades de la vida) llegué incluso a tomar una cerveza.

And last, but not least... gracias a A.C.O.

¡Hasta la próxima entrada!


P.D: Si no les importa, ayúdenme a soplar las tres velas... Fanta en mano, por supuesto :)


viernes, 12 de julio de 2013

RECIÉN DIVORDIADA / CHOCOLATE BLANCO

Miércoles.
Conozco a Carmen en un chat, solo intercambiamos cuatro frases a media mañana pero no caen en saco roto. Tiene treinta y un años, vive en un pueblo de las afueras de mi ciudad y dice que "lo ha dejado hace poco con su pareja".

Pregunto si está interesada en conocer gente nueva y me dice que sí... intercambiamos correos y esa misma tarde le escribo unas pocas lineas saludando.

En su contestación me agradece haberle escrito y me pide una foto. Yo de momento no se la pido, no hace falta... introduzco su nombre completo (procedente del remite del mail) en google y me sale un enlace a Facebook.
Yo no soy usuario de esa red social pero de repente tengo delante de mi no solo su foto sino el nombre de la localidad donde vive.

No es fea y el pueblo está lo suficientemente lejos como para poder establecer una maravillosa "distancia de seguridad".
Les jeux sont faits
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En su segundo correo me pregunta cuánto hace que no estoy con alguien... cuánto duró mi relación más larga... si tengo Facebook...

Me envía una foto, advierte que no es reciente y sí, comparándola con la de su perfil público en FB se perciben notables "diferencias".
Me dice que su relación más larga ha durado catorce años, que tiene dos hijos y está separada. Propongo quedar para tomar algo y me contesta afirmativamente, propone vernos el martes siguiente por la mañana cuando ella salga de trabajar.



De repente el sábado, tras varios mails, me envia su número de teléfono, "por si te apetece hablar, o por si el martes no puedo acudir..."

El domingo tengo partido, poco antes de ir al estadio me envia un correo deslizando la siguiente frase: "ya va quedando menos para el martes, qué ganas. Tengo tentaciones de pedirte q sea hoy después del partido o mañana a eso de las 21:30...... pero habrá que esperar. soy una impaciente"


A buen entendedor pocas palabras.
A pesar de las escasas posibilidades de maniobra que (a la hora de salir) mi ciudad ofrece un domingo por la noche, agarro el móvil en la parada del bus camino del estadio y propongo quedar a partir de las 22 horas, cuando el partido finalice.

Pocos minutos después me contesta que mejor no, que hoy ya se haría demasiado tarde, que lo pase bien en el partido, etc...

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Perdemos 0-1 al descanso, mientras los operarios riegan el campo y mis compañeros de grada lamentan el resultado echo un vistazo al móvil.

Tengo otro mensaje de Carmen, ha cambiado de idea, me cita a las 22:15 donde yo diga pero "que sea un lugar discreto".

De repente la derrota de mi equipo duele menos. Propongo una plazoleta situada a cinco minutos de mi casa.

El partido acaba 0-2, salgo a toda prisa del estadio, pillo el primer bus y así tal cual, vestido de hooligan con la camiseta y sudadera de mi equipo voy al encuentro de Carmen.

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Cruzo la esquina y allí esta, agazapada en el lado opuesto al convenido.como si quisiera fisgarme desde lejos para salir huyendo mientras tenga la ocasión...
Pero me ve y sonríe. Sigue sin parecerse demasiado a las dos fotos que he visto, hola qué tal, muá muá...

Vamos a una tetería cercana que afortunadamente está abierta. Somos los dos únicos clientes, nos sentamos en una esquina sobre una montaña de cojines, ella pide una infusión aromática y yo un Earl Grey por si la noche se acaba alargando.

 
Hablamos durante casi cuarenta minutos de manera relajada, me cuenta todo acerca de su ruptura, de hecho aún sigue casada, firmará los papeles el lunes por la mañana... por lo visto los niños lo llevan bien, etc

Se ríe con un par de batallitas que le cuento, ella insiste en guardar en secreto el nombre de su pueblo pero me dice que es pequeño y la gente es muy cotilla, que esta noche las vecinas ya se habrán dado cuenta de que no tiene el coche aparcado en la puerta...

Pregunto si es la primera vez que queda con alguien de un chat y me dice que no, que hace poco tuvo una cita pero que solamente duró media hora porque no se encontraba a gusto... "pues si este no es el caso podríamos ir ahora a tomar otra en un bar que hay por aquí cerca", sugiero.
"Vale, si te parece bien por mi genial, yo estoy muy a gusto...", contesta.

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Ella va fumando por la calle camino del segundo bar y me entran tentaciones de pedirle un pitillo... pero me resisto.

Entramos en el bar, esta vez no somos los únicos parroquianos pero el número de asistentes se cuenta con los dedos de la mano. Pedimos y nos sentamos en un banco del fondo.
Seguimos hablando de chorradas y riendo tontamente, a veces el ritual de aproximación es tan insustancial que me entran ganas de gritar, de salir corriendo... pero algo me dice que con Carmen no puedo fallar.

En medio de una de esas risas flojas me acerco y le planto un veloz beso en los labios. Me retiro y ella sonrie sin protestar, sorprendida pero complacida... yo no doy importancia al incidente y sigo hablando como si nada.
Ella sigue mirándome y dos minutos después aprovecho otro silencio para volver a la carga, pero esta vez de manera más lenta y prolongada.
Nos enrollamos durante casi cuarto de hora, su lengua cada vez sabe menos a tabaco, me alegro de no haberle gorroneado antes el pitillo...

Es la una y cuarto, sugiero ir a otro lado, nos vamos del bar. En la calle me pregunta qué es lo que tengo en mente y se lo digo claramente...
Carmen se muestra un pelín escandalizada, "no, eso no, de ninguna de las maneras".

Pongo en práctica viejos trucos comerciales pero la oferta sigue siendo rechazada. La acompaño hasta el coche, tiene un vehículo enorme, una ranchera de aspecto casi funerario... me imagino con ella en la parte trasera follando con una comodidad jamás vivida previamente en coche alguno.

Hago un último intento pero nada, agua. Eso sí, ella se despide besándome con fuerza, apretándose contra mi, frotando la entrepierna... yo le agarro el culo y las tetas... pero nada, sube al coche y se esfuma calle abajo.

 "Mala suerte", pienso, mientras me pongo los cascos y me conecto a todo volumen con cierto viejo disco de Lenny Kravitz camino de casa.
Always on the run...

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A la mañana siguiente me despierto con un correo suyo: "buenos dias guapo. Que tal? No se muy bien que decirte xq no se si querrás seguir hablando conmigo o volver a verme. Ya me dirás. Pasa un buen dia. Un beso."

Contesto que por mi sigue en pie lo de tomar algo el martes cuando ella salga de trabajar. Aún así, quedamos para hablar un rato por el chat y ella me suelta un rollo tremendo acerca de lo bien que se lo pasó conmigo, que le gusta mi manera de pensar, mis ideas, que le gustaría conocerme más...

Yo me empeño en quitar brillo al asunto, me muestro frío y procaz, planteo que mi interés es básicamente sexual y ella recula, confiesa sentirse incapaz de "follar así sin más y ya está", que "ella no es de esas".
Cambio el enfoque, le planteo las ventajas que tiene "golfear un poco" tras salir de una relación asfixiante de catorce años, que no puede salir de un lio para meterse en otro sin solución de continuidad, que un buen revolcón dadas las circunstancias es tan justo como necesario...

Tras mi publirreportaje se queda en silencio un par de minutos... para mi sorpresa su siguiente frase es "jaja, ¿cuándo dijiste que te quedabas solo en casa?"

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El bar de la cita del martes por la mañana es uno del que ya he hablado por aquí más veces, uno que tiene unos bancos resguardados al fondo donde nadie del local puede ver lo que estás haciendo.
Mi plan es sencillo, empezar ahí la partida y acabar convenciéndola para que me lleve en su coche fúnebre hasta el bosque más cercano para culminar la velada.

Llego a las once, ella me espera de pie en la barra dando vueltas a un café con leche. Pido un cortado y nos sentamos al fondo.
Me cuenta cómo fue el trámite de la firma del divorcio, toda la parafernalia, el mal trago inicial y el alivio final.
Me acerco a su lado, nos besamos... y durante la siguiente hora se desata la tormenta.

Mira que en ese bar he guarreado un montón de veces, pero lo de hoy supera todos los precedentes. Le saco discretamente las tetas y se las empiezo a comer... me bajo la bragueta, la saco y ella me la agarra, meneándola durante un buen rato, finalmente susurro algo a su oido y se agacha para chupármela.
Su entrepierna arde, intento meterle un dedo pero se resiste... así y más nos tiramos en aquel estrategico Peñón de Gibraltar sexual hasta casi las doce y media.


Carmen mira el reloj y lo lamenta, pero tiene que irse... sugiero la fuga a algún lugar apartado donde aparcar y rematar la faena pero no cuela.

Salimos del bar y apenas pronunciamos palabra camino del cruce donde yo tiraré para casa y ella hacia su coche. Su gesto es risueño y no exento de malicia.
Yo en cambio no veo la hora de llegar a casa para "acabar" aunque sea solo, tras haberme pasado prácticamente toda la última hora empalmado...

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Al día siguiente me envía un e-mail larguísimo contándome una movida de su curro... al final incluye la siguiente frase: "ayer me quedé con ganas".
Sin comentarios.

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Esta semana tengo un examen asi que pongo distancia respecto de Carmen y del mundo en general.
Al segundo día de ausencia ella parece que se relaja y deja de enviarme tantos mensajes. Sin embargo la víspera de mi examen por la noche me envía lo siguiente: "tienes un rato para un té?"

Ando apurado haciendo ejercicios y siguiendo mi espartano plan de estudio intensivo, declino la oferta y me conformo con recordar en privado durante cinco minutos la mamada del otro día en el bar...

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El examen sale bien. Los correos que me envía Carmen esta semana son breves y ásperos, su nueva fórmula de despedida es "pásalo bien".

Diez días después de nuestra última cita cambia la frase final y suelta un enigmático: "creo q debes saber q he conocido a alguien".
Tras preguntarle si la cosa va bien con el nuevo chico me contesta: "hay poco q contar, he conocido a un chico muy agradable, nos hemos visto un par de veces y hablamos cada día desde q nos conocimos ( de esto hace una semana) no tengo ni idea de q pasará, pero ninguno de los dos se cierra a nada. supongo q nos iremos conociendo y ya se verá"

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Tres semanas después de la mamada propongo vernos de nuevo, en el mismo bar. Ella acepta.

Nos sentamos en el mismo banco, ella me cuenta que está hecha un lio por culpa del nuevo chico que ha conocido. "¿De dónde ha salido?", pregunto.

"Lo conocí un sábado por la noche que salí con una amiga... es de Senegal" -me dice, llevándose la mano a la cara disimulando su rubor- "ya me lo dice una amiga, que en este año a mi madre entre unas cosas y otras, la mato a disgustos".
"Vaya, yo que venía con la intención de proponerte pasar al lado oscuro... ¡pero veo que ya se me han adelantado!", comento, ella se relaja con mi broma y baja la guardia... "qué cabrón", me dice riéndose... y nos besamos... pero al poco rato recula... "no me parece bien que haga esto ahora contigo, no me gusta jugar a dos bandas", susurra, nuevamente con las mejillas sonrojadas y la entrepierna humeante.


Decido dejarla en paz, no insistir... y desde luego no pienso bajarme la bragueta de nuevo, no me parece sensato medir "fuerzas" con todo un senegalés.

"Que sepas que la culpa de todo la ha tenido tu examen", me dice... "bendito examen", pienso yo.

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En el bus de vuelta a mi casa veo subir a Sonia. Va despistada hablando por teléfono y no me ha visto. Han pasado ya unos años desde la última vez que nos liamos, se sienta cuatro filas delante de mi... menos mal que alguien hace poco me ha dicho que Sonia se ha casado y tiene un hijo, de no ser así habría ido a sentarme a su lado para probar suerte.

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Hoy he vuelto a hablar con Carmen. Sigue de acá para allá con el senegalés, intentándolo.
No propongo nada, tengo la sensación de que ese romance no durará demasiado, quizás más adelante vuelva a saber de ella y acabe probando la parte trasera de su ranchera...

"No quiero perder el contacto contigo, me caes genial" -dice- "se puede hablar de todo contigo... ¡y eres normal!"

 Joder Carmen, no te has enterado de nada.



P.D: (la cosa no acabó así, si quieres saber más pincha AQUÍ)