viernes, 15 de mayo de 2015

"LA HORA FELIZ"

Una vez fui con un amigo a ver un partido de fútbol a un bar. Los días de champions el garito solía estar a reventar pero tuvimos suerte de encontrar una mesa aunque fuera en el rincón más remoto del local.

Durante el encuentro pedimos varias cervezas y la camarera se mostró muy atenta, pendiente y simpática con nuestra mesa... quizás demasiado.

Siempre he desconfiado de las sonrisas y guiños de las camareras, nunca he pensado que me los regalasen "por mi cara bonita" sino para incentivar mi sed y aligerar mis bolsillos. Que conste que no me parece mal, de hecho con la mayoría de varones funciona.
Comencé a fijarme en su proceder con el resto de mesas y clientes y vi que no había gran diferencia... misterio resuelto. ¿O no?

Tres días después volvió a haber partido y quedé con otro amigo en el mismo bar. Cuando entré éste aún no había llegado pero la camarera al verme salió de la barra y sonriendo me dijo que había supuesto que hoy volvería así que tenía reservada una mesa para mi, ciertamente mejor que la del otro día.
Me acompañó hasta ella y tras sentarme se inclinó (mostrando un interesante escote) para preguntarme si quería "una pinta de esas de cerveza como el otro día" apoyando su mano en mi hombro... cuando dije que sí apretó suavemente la mano, "ahora mismito te la traigo".

Ya con mi amigo al lado, durante el partido, el repertorio de gestos, detalles y miraditas de la camarera superó todo lo acontecido la vez anterior... ¿sería esta la excepción a mi teoría? ¿Querría algo más que una propina?

Cuando fuimos a pagar le agradecí el buen trato y pregunté su nombre...cuando escuchó el mío dijo que un tío suyo se llamaba igual.
Ese tipo de comentario me sonó a clásica empatía forzada comercial... pero confieso que salí del bar concediéndole el beneficio de la duda.

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Dos días después volví al bar, el local estaba tranquilo así que estuve hablando un rato con ella en la barra. La charla iba bastante bien así que al levantarme del taburete para irme, a modo de despedida, le pregunté a qué hora acababa de currar... su cara se transformó en un dibujo animado japonés.


Fue entonces cuando reparé en la gris y silenciosa figura de un chaval que en bermudas, camiseta de tirantes y chanclas (con un cigarrillo en la oreja) se pasaba las horas muertas en una esquina de la barra ojeando el Marca.

Ella se puso a mirarlo de manera nerviosa pero él seguía enfrascado en los resultados deportivos ajeno a nuestro diálogo...
La camarera comenzó a balbucear algo ininteligible así que decidí liberarla del apuro.
"Tranquila, ya veo que no es buen momento -dije sonriendo- si te parece bien retomaremos la conversación en otro momento..."

Me fui del bar y ella se apresuró hacia la esquina donde estaba el chaval.
Una vez en la calle no pude evitar seguir con mis dudas... ¿y si el rubor de su rostro también era una técnica comercial?

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Las siguientes veces que vi a la camarera, dentro y fuera del bar, iba siempre acompañada de su chico. Al principio cuando me veía sonreía de una manera extraña y saludaba discretamente con un sencillo gesto levantando las cejas.

En el bar siguió atendiéndome con "profesionalidad" pero se acabó eso de sobarme el hombro, darme palique cada dos por tres o ponerme el platito de los frutos secos a rebosar.

El pasado septiembre volví al bar tras una larga ausencia y me crucé con ella en la entrada, me dio la sensación de que había engordado bastante pero no pude verla del todo bien... esta semana santa cuando la vi empujando un carrito de bebé en la puerta del garito todo cobró sentido.

He tardado un tiempo pero creo que ahora ya sé cuál es su horario laboral...


5 comentarios:

sonia dijo...

Tú no pierdes comba,¿eh?.Tal vez la próxima camarera...
Que me ha encantado el tema de los Housemartins,la ponían una noche en la que estuve con un amigo especial.:D

Telma dijo...

A las mujeres nos gusta coquetear. No como medio, sino como fin. Un puesto de cara al público es de lo más cómodo en ese sentido. Sé que suena fatal y que ninguna (o casi ninguna) mujer lo reconoce, pero así es.
Besos!

Mr. Rific dijo...

SONIA: No sé, lo de entrar a camareras o similares por lo que he explicado antes, es una excepción... los Housemartins eran geniales!!!
El cassette de grandes éxitos lo quemé (literalmente) durante mis años de instituto de tanto ponerlo XD

TELMA: Puede ser, el caso es que yo aquí pensé que quizás detrás de este coqueteo había una intención, que no era puro interés o deporte... pero te tomo la palabra, si es algo tan visceral entonces quizás hago bien en (de entrada) desconfiar :)

sonia dijo...

El dibujico japonés de la chica tiene tela:la cofia en la perola,el lacico de la blusa rosa,minidelantal,minifalda y esas espantosas medias con esas espantosas zapatillas.Y la tía superencantada de la vida hecha un adefesio y encima currando en el bar.
Estos japoneses se van de la olla un montón...

Mr. Rific dijo...

SONIA: Y que conste que escogí la imagen más "casta" de toda una galería anime de camareras a cada cual más "kitsch".
Sobre el gusto de los japoneses en ciertas cuestiones y su definición de erotismo ya se sabe, prefieren una buena fantasía a cualquier cosa real... y así les va :)