jueves, 22 de enero de 2015

"LA RESISTENCIA FRANCESA"

Conocí a Élodie a través de Internet. Era de origen francés, yo chapurreaba ese idioma y se ve que le caí en gracia... el único "problema" es que yo tenía veintisiete años y ella diecinueve recién cumplidos.

Estuvimos escribiéndonos durante un par de meses pero nunca llegamos a quedar. Me enviaba fotos de todas las fiestas a las que iba: bebiendo con sus amiguitos, posando con el resto de chicas de su clase en actitud sugerente, en casa frente al espejo a punto de salir, fumando a la puerta de la discoteca, generosamente escotada, faldas diminutas...

Con todas y cada una de las fotos buscaba provocarme, y ciertamente lo conseguía.

A través del messenger no logré convencerla para quedar, un par de veces la llamé por teléfono para proponerle algo pero nada: la primera llamada la ignoró (contestó un par de minutos después con un sms pidiendo perdón por ser tan "cortada") y la segunda respondió en plan infantil riéndose con cada palabra que decía y poniendo/improvisando excusas poco convincentes.


Una tarde por fin se sinceró: "lo siento Rific, me gustas pero me da palo, no salgo con tíos tan mayores"
Dejé de importunarla, la intensidad de nuestras conversaciones disminuyó y a los pocos meses cesaron del todo. La última foto que me mandó fue con su vestido de nochevieja de aquel año: "¿le das el visto bueno?", preguntó, coqueteando hasta el final.
No encontré ningún emoticono capaz de expresar mis cabezazos contra el teclado... 

-    -    -    -    -

Unos años después de aquellas conversaciones me crucé con ella en un bar, pero iba acompañada de un chico y pasé de decir nada. Su rostro "exótico" seguía siendo inconfundible, su escote también.

-    -    -    -    -

Este mediodía yo iba camino del curro, leyendo un libro en el bus como de costumbre, cuando de repente en la parada de cierto centro comercial levanté la vista... y ahí estaba ella, Élodie, unos cuantos años después, con el teléfono en la oreja, elegantemente vestida, avanzando por el pasillo del bus.

Sin fijarse en mí, ensimismada con la conversación telefónica, se sentó a mi lado.
Normal que no me reconociese con mi gorro y bufanda bien calados hasta casi las cejas, pero ella permanecía reconocible, además aquella voz tan grave y ronca, que en su día me sorprendió en alguien tan joven...

En esta ocasión tampoco he dicho nada. Que conste que sí lo he pensado y al verla sentarse a mi lado decidi aprovechar la oportunidad, pero el caso es que no "he podido": ella no ha dejado de hablar por teléfono ni un solo segundo, y por lo que he entendido estaba hablando con su chico, al que vería en escasos instantes cuando bajase del bus.

Apenas han sido seis minutos, tres paradas escasas, Élodie se levantó del mismo modo que plantó el trasero en el asiento: sin mirarme.

Tampoco es algo tan malo, algunos fantasmas hacemos mejor en permanecer quietos y callados. Eso sí, me hubiera gustado conservar su número para haberle enviado un mensaje mientras bajaba del bus y observar su cara leyéndolo a través de la ventana... ooh la lá!!!


8 comentarios:

Miss Marple dijo...

Oui, oh la la! Pero sobre todo ohhh!

Mr. Rific dijo...

MISS MARPLE: Je suis Rific :)

MOANA dijo...

Pues yo creo que quizá le hubiese gustado verte de nuevo después de tanto tiempo. La diferencia de edad ya no se hace tan evidente... quel dommage!!

Mr. Rific dijo...

MOANA: Para otra vez que la pille menos "ocupada" quizás me anime a refrescarle la memoria... Y estará en todo su derecho a gritar cuando sepa la verdad :)
Aunque bueno, tampoco hemos envejecido tan mal...

Telma dijo...

No deja de sorprenderme que te las encuentres a todas jajajaja

Mr. Rific dijo...

TELMA: Para lo relativamente pequeña que es mi ciudad, demasiados pocos encontronazos de este tipo tengo.

Anónimo dijo...

Parecería que se trata de la típica calientapollas. Y según tengo entendido, en el fondo no les interesa mucho el sexo. Te imaginaba con más experiencia para detectar esas cosas. También podías haberla invitado a una fanta al verla en el bus.

Mr. Rific dijo...

ANÓNIMO: Con esa chiquilla aprendí una lección, aunque cuesta resistirse a ciertos encantos juveniles y quién sabe si volvería a picar...
Solicitaré que los autobuses urbanos instalen máquinas de Fanta para este tipo de emergencias :)