jueves, 15 de julio de 2010

La Tapa del Día

Sucedió un mediodía de febrero y a mi me gusta decir que la culpa la tuvo el tramposo sol de invierno, que de vez en cuando le da por calentar al personal pasando por encima de las bajas temperaturas. Eso... y el vino. Porque si hubiéramos ido a cañas yo habría mantenido la compostura sin problemas, tolero cuatro o cinco cañas como quien bebe agua... pero dame más de tres vinos y el mapa de la Rioja comienza a asomarme por la cara.

Quedé con ella para ir de pinchos y cuando nos quisimos dar cuenta, allá por el segundo bar, además de comer y beber empezamos a meternos entre pecho y espalda una buena dosis de tonteo.



Esperé al tercer bar para besarla, y a ella pareció gustarle la nueva tapa del día...
En el cuarto local (uno de ambiente y estética taurina) sugerí que fuéramos juntos a los servicios detrás de las pintorescas puertas de toriles que se divisaban al final de un pasillo decorado a modo de callejón de lidia.
Ella dijo que no... pero no protestó cuando dos minutos más tarde en una esquina estratégica del bar introduje mi nariz en su escote.

Ya eran casi las tres y media de la tarde y saliendo del bar le di a elegir entre ir a tomar café-copa-y-puro como colofón del festejo… o subir a uno de los muchos hostales que poblaban la zona de tapeo.
"Pues va a ser lo segundo", dijo.

En lo que caminábamos hacia la habitación más cercana ella metió la mano en el bolsillo de mi abrigo buscando desde dentro mi entrepierna... uf, por suerte no tardamos más de cinco minutos en encontrar un letrero azul con una "H" blanca.

Ya en la recepción, ella se queda en una esquina hablando por teléfono con una amiga con la que había quedado para tomar café (poniendo una excusa tonta para cancelar la cita), mientras yo pido un cuarto y pago la factura.

El encargado me da la llave y subimos acelerados por las escaleras, ya metiéndonos mano a lo bestia sin poder esperar a llegar a la puerta... por cierto... ¿qué puerta? ¿Qué habitación me han dicho que era? ¡No lo recuerdo!

Mi amiga se parte de risa y le digo que espere quieta en el descansillo en lo que voy a resolver el misterio, así que nuevamente bajo las escaleras yo solito hacia la recepción.
"Oye perdona, qué habitación me dijiste que era?"
Y el recepcionista, estupefacto, señala con el dedo al juego de llaves que tenía en mi mano: "pero si ahí lo tienes, lo pone bien clarito"
Y sí, el llavero era un enorme bloque de plástico en el que se podía leer "207" en números gigantes.



Lo dicho, el tramposo sol de invierno...

9 comentarios:

Anónimo dijo...

me mola me mola; y la cabecera del blog es la mejor que me he echado a la cara.

Mr. Rific dijo...

Gracias por el cumplido Jordim, y bienvenido a este su humilde blog... si tiene la bondad de pasar al fondo, nuestro barman Jack Lemmon (en maravilloso blanco y negro) le pondrá una Fanta bien fresquita cortesía de la casa.

¡Un saludo!

panterablanca dijo...

Ya dicen que el sol de febrero es muy traicionero, jajajajajaja!!!
Gracias por tu visita y comentario. Me gusta cómo escribes.
Besos felinos.

Anónimo dijo...

Holaaa te gusta la fanta eh yo soy más de pepsi light pero me gusta también. Pero al final qué pasó.. tiene segunda parte? os enamorásteis? fue sólo un rollo, salió bien, mal, te quedaste dormido? en fin me quedo con ganas de saber más!!!
El nombre del blog es total

Mr. Rific dijo...

¡Bienvenidas!
Ains Pantera, cuando en febrero pega el lorenzo ni se nos ocurre ponernos protección solar... ¡pero deberíamos!

Vir, aquel encuentro duró tan sólo una tarde, para la hora de la cena cada uno estaba en su casa. Tardé casi 5 meses en volver a verla y más de un año en acostarnos de nuevo, en circunstancias similares a las narradas en el post, aunque ahora al alcohol se le unió otro poderoso afrodisíaco: la nostalgia.
Pero esa, es otra historia...

Marchando una Fanta limón y una Pepsi light (sin que sirva de precedente), gracias por acercar vuestra silla a mi mesa.

Anónimo dijo...

Jaja gracias por la pepsi, eres noctámbulo o estás en otro continente? y otra cosa de qué peli es la escena de la cabecera?
un besoo

Mr. Rific dijo...

jeje, no hay de qué Vir... pilla también alguna aceitunica mujer, que no te de vergüenza :)

Pues yo siempre he sido noctámbulo de vocación, pero con estos calores últimamente lo soy más por resignación.

La cabecera es de "EL APARTAMENTO", dirigida por Billy Wilder en 1960.
Una película prácticamente perfecta.
Si no la has visto te la recomiendo con todo el entusiasmo del que soy capaz... espero que antes de que finalice el verano hayas sacado un rato para verla y nos comentes qué te ha parecido.

Besos en blanco y negro

Princesa Negra dijo...

Pobrecito, bajar con una ¿erección?

Mr. Rific dijo...

PRINCESA NEGRA: ¡Por supuesto que sí! Pero la cazadora sirvió de oportuno camuflaje... si mal no recuerdo :D