miércoles, 6 de agosto de 2014

I SPY (El Pequeño Mirón, 2ª Parte)

Cuando yo era pequeño enfrente de mi casa había una residencia de estudiantes regentada por monjas y exclusivamente femenina.
Cuando llegaba el buen tiempo las universitarias salían a los balconcillos de sus cuartos a tomar el sol en bikini o muy ligeras de ropa.

Yo apenas tenía once o doce años pero observarlas broncearse desde mi ventana era una actividad fascinante. Recuerdo especialmente dos muchachas que usaban unos bikinis de la moda de entonces, con colores (verde y naranja fosforito para ser exactos) muy chillones.
Alguna vez se despojaban discretamente de la parte de arriba del conjunto y aunque apenas mostraban la espalda desnuda yo me "encendía" entre las sombras de mi privilegiado puesto de observación.
Las monjas no tardaron en reprender a las estudiantes su descarada conducta y aquel destape no duró demasiado. 


El siguiente curso tan solo salían a los balcones para sentarse descubriendo (y estirando) las piernas al sol o bajándose los tirantes de las camisetas para broncearse aquello que el decoro permitiese.
Aquella fue la primera vez en mi vida que "me topé con la Iglesia" en el sentido más quijotesco de la expresión.

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Yo tenía quince años, fui a casa de mi amigo Andrés a buscarlo para salir a dar una vuelta, me invitó a pasar para que esperase dentro a que terminase de merendar. Me senté en el salón, me ofreció un polo de vainilla y mientras me lo tomaba y hablábamos, detrás de él se abrió una puerta en el pasillo.

Era el cuarto de baño y de ella salió su hermana de doce años, completamente desnuda. Me vio y echó a correr hacia el fondo del pasillo donde creo que estaba su cuarto.
Yo seguí comiendo el helado tranquilamente, como si nada hubiera pasado... pero su hermana jamás volvió a dirigirme la palabra.

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Similar situación, pero esta vez tengo dieciséis años. Entro con mi amigo Pablo en su casa, según abre la puerta y deja las llaves en el taquillón grita el nombre de su hermana preguntando si hay alguien en casa. Nadie contesta.
Pablo va al salón en busca de algo que tenía que llevar y yo me quedo en el umbral de la casa. De repente oigo una puerta abrirse en el pasillo a mi derecha y veo la figura de una chica desnuda corriendo hacia otra de las habitaciones.

Dos minutos después la hermana de Pablo (de quince años) aparece (ya vestida) en el salón con el pelo mojado, recién duchada.
Me dirige la palabra con normalidad así que basándome en mis experiencias anteriores en esa materia deduzco que no fui pillado observando su deliciosa carrera.

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Yo tenía diecisiete años y en verano después de comer siempre salía a una terraza (la que tenía sombra) a leer.
Un día a eso de las tres y media de la tarde salì a la otra terraza (la soleada) para tender mi bañador y descubrí que en una casa de enfrente llegaban de la playa los inquilinos de aquella quincena. Mientras el resto de la familia entraba en la casa para preparar la comida, la hija mayor (dieciocho años calculé) se quedó en el patio.

Aquellas casas suelen tener en los patios o jardines alguna ducha (o surtidor) para quitarse la arena y salitre de la playa... la muchacha abrió el agua y procedió a limpiar las dos colchonetas que habían llevado (una normal, la otra con forma de cocodrilo) y remató la faena metiendose bajo el chorro.
Miró a izquierda y a derecha... tras comprobar que no había moros en la costa se quitó la parte de arriba del bikini y siguió ahí un rato refrescándose y escurriendo la pieza de tela.
Cuando acabó se cubrió el pecho con la toalla y subió las escaleras de la casa tan reluciente, tan brillante, que cuando se perdió tras la puerta fue como si de repente a primera hora de la tarde se hubiera puesto el sol.


Lógicamente cambié mi rutina. Las siguientes tardes me mudé de terraza para "leer".

El siguiente día acudieron puntuales a la cita y se repitió (casi) paso por paso el ritual de la jornada anterior.
El tercer día algo cambió. Cuando regresaban de la playa y pasaban delante de la fachada de mi bloque ella alzó la vista, se puso la mano en la frente sobre las cejas para enfocar mejor... y me miró.
Lo que vino después jamás podré olvidarlo.

Empezó haciendo lo de siempre, quitarse la arena de los pies, piernas, limpiar las colchonetas... pero esta vez no miró a izquierda y derecha antes de quitarse la parte de arriba, miró hacia mi terraza.
Yo estaba bastante bien camuflado pero sus ojos entraron en contacto con los mios. Mirándome, se desnudó de cintura para arriba y se tomó la ducha (o eso me pareció) con más calma y parsimonia de lo habitual.
Al terminar no se cubrió con la toalla, recorrió el patio y subió las escaleras más brillante y reluciente que nunca.

Los dos primeros días que espié a aquella chica a pesar de lo excitante del asunto no pude evitar sentirme un poco "sucio" ahí agazapado de aquella manera... pero de repente mis remordimientos desaparecieron pues fui plenamente consciente de que (la mayoría de las ocasiones) todo humilde mirón necesita a su vez de un solícito exhibicionista.


19 comentarios:

Miss Marple dijo...

Creo que todos somos un poco exhibicionistas y un poco mirones.
Aunque esa última chica, desde luego que en lo primero era una pro. Me puedo imaginar cómo te quedarías después de semejante espectáculo "for your eyes only" ;)
Besos acalorados.

Mr. Rific dijo...

MISS MARPLE: Pues sí, a pesar de ver escenas así a diario en la playa (sin darle importancia), verlas en un ámbito doméstico o de cierta intimidad suponen un morbo particular.
El cerebro es MUY caprichoso para estas cosas :)

Me, Myself and I dijo...

Ligonsillo ;)

Mr. Rific dijo...

ME, MYSELF AND I: Para que conste en acta, no usé prismáticos :)

Me, Myself and I dijo...

Menos mal, porque sino sería "creepy"

Mr. Rific dijo...

ME, MYSELF AND I: Creepy as a teenage voyeur can be!!! ;)

Pio dijo...

Menudo pequeño crápula estabas hecho! :D.

Creo que la muchacha entró un admirador agradecido.El mirón agranda el ego del exhibicionista, no?

Telma dijo...

Mi madre siempre de decía: sufre más el que ve que el que ensela... Nunca lo entendí :)

Telma dijo...

Enseña*

Mr. Rific dijo...

PIO: No sé si aquello fue una guerra de egos, de ser así el mío imagino que "aumentaría" de manera más grosera...

TELMA: Las madres no siempre tienen razón pero aquí creo que no anda desencaminada, como todo buen placer culpable requiere una dosis de sufrimiento ;)

Mr. Rific dijo...

ANÓNIMO: Buenos días para ti también.

Pio dijo...

Algún día escribiré bien. Quería decir encontró.

Mr. Rific dijo...

PIO: Se entendió perfectamente pero aún así se agradece ver que tengo comentaristas tan pendientes de esas cuestiones :)

MOANA dijo...

En el chalet de mis padres donde pasábamos las vacaciones de verano, mi padre puso una ducha en el jardín y a mi siempre me gustaba llegar de la playa y despojarme del bikini para darme una refrescante ducha. De hecho jamás usé la de dentro de la casa. Hacía demasiado calor. La separación entre los chalets era un simple seto y estoy convencida de haber sido observada cientos de veces, pero me importaba un pimiento, pues siempre pensaba lo que se suele decir en estos casos: "Como nadie me conoce en estos lares..." Y que conste que para nada me considero una exhibicionista eh?

Mr. Rific dijo...

MOANA: Entiendo (y comparto) esa idea del "total como no me conoce nadie", yo también he hecho lo mismo que dices así aparte de mirar alguna vez también he estado en el otro lado, en el punto de mira.
Anda que como fueras tú la protagonista de la entrada... en caso afirmativo te doy las gracias :)

MOANA dijo...

Jajajaja... mucha casualidad iba a ser querido Rific. En mi caso las deshinibiciones me venían en Alicante y la verdad es que no solo en el tema de la ducha. Allí también me pongo ropa que jamás me pongo en el norte. El calorcito y el ambiente hacen mucho!!

Mr. Rific dijo...

MOANA: ¡Nunca menosprecies el poder de una buena casualidad! De hecho de todos los rincones de España has ido a decir uno que queda relativamente cerca de mi "puesto de observación", situado un poco más al sur de Alicante. ¿Cuál será el máximo alcance en prismáticos a la venta? Investigaré :)

Xana dijo...

Pues si lo de mirar excita ,pero lo de ser mirada tambien. A mi por lo menos. Una de mis sueños eroticos repetidos es estar cambiandome de ropa y que me vea desnuda un admirador secreto jejje. un beset

Mr. Rific dijo...

XANA: Por eso mismo la entrada termina como termina. En escenas como las descritas, cuando el placer es compartido... todo vale :)