viernes, 30 de agosto de 2013

"El Teléfono-Lobo" (Hot Whatsapp)

Un portal, pleno calentón, cuatro y cuarto de la madrugada, estamos iluminados por unas débiles luces de emergencia y de propina por la potente luna llena proyectada a través del único ventanal del lugar.

Mis pantalones por los tobillos, su vestido recogido a la altura del cuello y axilas... lo hacemos de pie, embisto desde atrás, procuramos no hacer ruido, empezamos a sudar...
...y de repente ella estira el brazo hacia mí, sin dejar de mirar al frente...
"Toma -dice, ofreciéndome su smartphone con la pantalla activada en modo cámara- saca una foto de cómo me la estás metiendo..."

¿De dónde había salido el móvil? ¿Lo tuvo en las manos todo el tiempo? ¿Estaría whatsappeando el polvo?

"Putos móviles", pienso, agarrando el trasto y sacando a continuación una borrosa foto de su trasero coronado por mi vello púbico.


miércoles, 21 de agosto de 2013

EL ASALTACUNAS (Otro Cuento de Verano)

Es verano y matamos las tardes en la piscina jugando a las cartas. No existen los móviles, los amigos quedamos día tras día basándonos en la costumbre, quizás en la telepatía.
Somos el típico grupo cerrado masculino, apenas un par de chicas se nos juntan esporádicamente para echar una partida o tomar algo pero no nos engañemos... solo se trata de eso.

Todos los veranos nos juntamos los mismos, se podría decir que aquella piscina, la urbanización y su playa... son nuestro territorio.
Año tras año algún artista invitado se integra en el paisaje, nos divertimos analizando las "caras nuevas" que vienen y van con el cambio de mes o quincena, rara vez hablamos con ellos, preferimos ponerles motes y en el caso de las chicas salpicarlas con pequeños tsunamis arrojándonos a su lado en la piscina.


Esta tarde una de esas novedades nos interrumpe la rutina, una chica morena entra en la piscina acompañada de su hermanito pequeño. Está tremenda.

Dejan las cosas en una esquina, se duchan lentamente y se meten en el agua... no nos damos cuenta pero durante todo ese tiempo mis amigos y yo solo sujetamos las cartas, nadie habla ni apuesta.

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Nos tiramos al agua para observarla de cerca y la impresión es aún mejor. Nuestra legendaria timidez impide que le digamos nada y mantengamos cierta distancia... ella chapotea con su hermano en silencio, no les quitamos ojo y ella comienza a darse cuenta.

Por fin pronuncia unas palabras a su hermano, el ruido en la piscina a esas horas es atronador pero creo distinguir que es extranjera, ¿francesa?

Lo comento con un amigo y la pobre pasa inmediatamente a ser conocida como "la gabacha".

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Descubrimos que vive en la Torre junto a la piscina tras ver colgando de un balcón su enorme toalla roja de Cocacola.

"¡Qué buena está la gabacha!" pasa a ser la frase más repetida durante las siguientes noches en nuestras interminables tertulias a la luz de la luna.

A veces, tras el cierre de la piscina, la gabacha se asoma al balcón durante un buen rato... nosotros la observamos desde la plaza, fumando en silencio, supersalidos.

No sabemos hacia dónde mira, probablemente al mar.
Una de esas tardes me decido a levantar el brazo despacio, saludando, pensando que ni se dará cuenta... pero de repente ella agita su mano con gracia devolviendo el saludo.

Mis dudas se despejan (así que la gabacha se asoma cada tarde también para "espiarnos") a la vez que conozco un curioso instante de poesía.

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Así transcurren el siguiente par de días.
Observamos a "El Cuerpo" (nuevo mote ganado a pulso) en silencio en la piscina, atontados sin hacer nada... incluso hago balance de mis escasos conocimientos de francés por si finalmente encuentro valor para abordarla.

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La siguiente tarde en la piscina se precipitan los acontecimientos. Un grupo de niñas de la urbanización se ponen a hablar con la gabacha y parecen (más o menos) entenderse.

Observamos el incidente con interés y nos quedamos de piedra cuando de repente el Obscuro Objeto del Deseo señala con el dedo hacia nuestro lado.



Uno de mis amigos aprovecha para lanzarse al agua como alma que lleva el diablo, al ataque... tras un minuto de charla con ella y las niñas regresa nadando hacia nuestra esquina.
"Habla muy raro esa chica -nos dice- conmigo no quiere nada pero he señalado hacia aquí y ella parecía estar de acuerdo, no sé..."

La situación es delicada ya que "aquí" solo quedamos un amigo y yo. Las niñas que rodean a la gabacha empiezan a gritar el nombre de mi amigo... en fin, mala suerte, lo importante es participar.

Mi amigo salta al agua decidido, se planta delante de ella y no sé qué se dicen pero ella parece negar con la cabeza... señala de nuevo con el dedo, ¡esta vez a mí!

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No me doy cuenta de lo bochornoso de la situación hasta que me encuentro en pleno ojo del huracán.
Entro en el agua y un chico me sube a sus hombros, empieza a caminar en la piscina llevándome en volandas como a Marco Antonio hacia el barco de Cleopatra... a nuestro alrededor decenas de pequeños cocodrilos dando vueltas, expectantes, oliendo sangre...

Así es como de repente me encuentro "a solas", cara a cara, con la Perversión Colectiva.
Mi pulso se dispara pero de repente noto algo "raro" que poco a poco lo frena... ahora, estando tan cerca, observándola a escasos centímetros, algo falla, esa mirada...

Me presento, nos damos dos besos con aroma a cloro, pregunto su nombre... "Claudia", contesta... mis sospechas aumentan tras oir su vocecilla pero antes de salir de dudas prosigo con el cuestionario de cortesía, pregunto de dónde es... "Portugal", responde... renuncio al par de frases que aprendí de niño en francés y procuro recordar toda la bossa nova que habitualmente escucho de noche por el walkman...

Llega el momento crítico, el que más temo... "¿cuántos años tienes?", susurro...
Su respuesta es demoledora: "Trece años".

Yo tengo diecisiete, me siento incómodo, la situación en mi cabeza de repente se vuelve algo turbia... nuestra conversación no se extiende demasiado a partir de ese momento, ella se da cuenta de mi cambio de gesto por el tema de la edad, llega a insistir en que "casi tiene catorce"... menudo consuelo.

Nos despedimos cariacontecidos, salgo del agua y regreso a mi toalla, enciendo un cigarrillo, cuento a mis amigos que la gabacha es realmente portuguesa... aparte de una impresionante Lolita.


Otro amigo, de quince años, saltó al agua en busca de su oportunidad, otros tres de la misma quinta lo intentaron después de él... pero nada, a todos rechazó.

Mi resolución es definitiva, no hay nada que hacer, punto. Pero la tortura no ha hecho más que comenzar...

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Después de nuestra charla en la piscina Claudia, lejos de poner fin a su sensual rutina, aumenta la dosis.
Asomándose más al balcón, desplegando en la piscina todo su arsenal de miraditas, guiños, sonrisas, posturitas... mi dilema moral se tambalea.

"¡A la mierda todo! ¡Échate encima de ella!", me grita al oído Adriano, el mismísimo Diablo.

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Finalmente amanece un viernes en el que, observando su actitud en la piscina, tengo el presentimiento de que es su último día en la zona.

Por la tarde la miro desde mi terraza, su precioso perfil apoyando los brazos en la barandilla sobre la que cuelga la toalla de cocacola... Olha que coisa mais linda, mais cheia de graça...

Me hubiera gustado dejarlo ahí, con aquella imagen en mi retina, pero no...
Esa misma noche salgo de fiesta con mis amigos y de camino a los bares pasamos delante de la terraza de una heladería donde Claudia y su hermano están sentados tomando algo con sus padres.

Ella me ve y me quedo quieto, nos miramos fijamente durante un minuto, por última vez...

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Ha pasado mucho tiempo desde entonces, pero cada vez que regreso al lugar del crímen, a menudo se me va la vista inconscientemente hacia el balcón que Claudia ocupó aquel verano.

Me pregunto si ella se acordará de mi, de ese capullo español que pasó de ella de aquella manera...

Yo en cambio me acuerdo a menudo de ella, sobre todo de esos "casi tres para cuatro" años que nos separaban... los he tenido muy presentes cuando en la última década me he liado con chicas que rebasaban ampliamente esa (ahora descontextualizada) diferencia de edad.

Maldita adolescencia...


martes, 13 de agosto de 2013

RECIÉN FOLLADA (Recién divorciada, 2ª parte)

Tengo que ir a un sitio pero he llegado antes de lo previsto, para matar el rato entro en una sala de exposiciones.
El par de colecciones me resultan horribles, incomprensibles, sendas tomaduras de pelo... pero me quedo absorto contemplando un par de chicas preciosas que observan una de las absurdas piezas con gran interés.

Permanecen serias, comentan entre ellas algo moviendo las manos con gestos descriptivos... mientras, yo las observo fijamente de la cabeza a los pies, en caso de incendio tengo bastante claro qué par de obras de arte salvaría de la galería.


A la salida del museo me cruzo con otro par de guapas amigas que entran quitándose las gafas de sol, con gesto risueño y ademán cultural... creo que tengo que venir más (y sin prisa) a esta clase de sitios.

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Posteriormente, esa misma madrugada, voy camino de mi casa pero no tengo ni sueño ni ganas de volver. De repente recuerdo una conversación que tuve a través de internet tres días atrás con Carmen, la protagonista de la reciente entrada "Recién Divorciada / Chocolate Blanco": en ella me decía que últimamente había estado pensando en mi, que le apetecería tomar algo un día de estos...

Deduje que su historia con el chico senegalés habría pasado a mejor vida pero ni siquiera saqué el tema, ¿para qué? No podría importarme menos.

Me dijo que quizás este finde no tendría a los hijos en casa, que a lo mejor se largaría del pueblo para salir de fiesta por mi ciudad... así que agarro el móvil y envío un sms preguntando si está por el barrio y (en tal caso) si le apetece quedar.

Un minuto después me llama, me dice que sí, que está cerca, que va con un par de amigos, que me acerque a cierto pub y alli nos vemos.
¿Un par de amigos? Bueno...por ir y ver qué se cuece no pierdo nada.

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Ni siquiera entro en el bar, me la encuentro fuera, fumando en la puerta con dos chicos, me los presenta... "Llegas a tiempo, nos vamos ya, ahì dentro hay un ambiente un poco raro... ¿te vienes no?", dice guiñándome un ojo, pisando con el tacón el cigarrillo.

Observo al par de chicos, calculo que serán de la misma edad que Carmen, treinta y un años como mucho... son poco habladores, empiezo a pensar que proceden del mismo chat donde ella me conoció, mi imaginación vuela.

Vamos a un bar cercano, los tres piden un cubata y me miran mal cuando pido una "simple" cerveza. No le doy importancia, estoy acostumbrado a ese tipo de gilipolleces.
Carmen va al servicio y empiezo a hablar con uno de los chicos, llevo mi camiseta de The Ramones y dice que le gustan bastante, pero que lo suyo es más el heavy metal... nos enfrascamos en una interesante charla musical mientras el otro chico permanece callado dando vueltas a su copazo con una pajita.

Carmen regresa, susurro a su oído qué intenciones tiene, si habría posibilidades de fugarnos en algún momento... ella da un trago a su bebida y me dice que sí, que en cuanto acabemos esta ronda los despacha diciendo que está cansada y que se va conmigo porque le presto el sofá para dormir... "porque me lo prestas ¿verdad?", balbucea con tono pícaro.
Se ve que en nuestra conversación de días atrás comenté que hoy estaría solo en casa, no da puntada sin hilo... "claro, cuando acabes vamos", cierro el trato.

Carmen comienza a alardear de lo borracha que está, de las castañas que se cogía en el pueblo cuando era peñista, entre trago y trago se queja de lo poco que ha podido salir estos años encerrada en casa con el muermo de su marido... cada minuto que pasa su numerito de mujer fatal es más insoportable, sus dos "amigos" aguantan el chaparrón sin pestañear, yo aprovecho para dar un paseo por el bar y contemplar el panorama.


Carmen tontea con el más callado, él sonríe y se acelera... Carmen se trastabilla, casi se le salen las tetas del vestido, aprovecha para presumir de ellas y del resto de su palmito... los dos palmeros la jalean.

Regreso al grupo y retomo la conversación con el rockero, ahora me habla de Megadeth, de Morbid Angel, de Pantera... Carmen se pone a bailar una canción y se acerca a mi, yo sigo de pie hablando de grupos cañeros con ese chico, sin alterar mi gesto, en lo que ella arrima su culo a mi entrepierna, frotándose... yo confieso que el "cowboys from hell" es uno de mis discos preferidos cuando me pongo a correr sobre la cinta en el gimnasio, lo digo mientras deslizo una mano por detrás de la cintura de Carmen acariciando discretamente el exterior de su teta izquierda.

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Salimos los cuatro del bar, ellos creen que vamos todos juntos a otro garito pero yo me encargo de encaminar los pasos del grupo hacia mi casa.
De camino ella tontea con ellos, los pone cachondos con sus comentarios, busca seducirlos hasta la última esquina antes de la ruptura de la manada.
No me gusta nada ese rollo suyo, sabe que dentro de unos minutos estará conmigo y se empeña en representar con esos dos pobres diablos el papel de gran vedette del Tropicana.

Cuando les dice la excusa barata de que se pira porque está reventada y viene a mi sofá tan solo el rockero pilla de qué va el asunto, el callado se queda con cara de chasco... nos despedimos, un minuto después entramos ella y yo en mi portal.

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Llamo al ascensor y nos besamos. Son las 4 y media de la madrugada. Entramos en casa y ella va directa al servicio... yo enciendo dos luces, la del salón y la de mi habitación.
Cuando ella sale lleva los zapatos de la mano. "Como no sé lo que prefieres -digo señalando ambas direcciones como un azafato de vuelo- he habilitado tanto el sofá como el cuarto"

Ella señala el salón, en cuanto entramos ella apaga la luz y sin tan siquiera llegar al sofa, ahí de pie, empieza a besarme con fiereza... aprovecho para meter la mano debajo de su vestido y desnudarla, ella me quita la camiseta y lo demás, en apenas cinco segundos nos hemos desnudado del todo... observo el debil reflejo de su espalda y su trasero en el espejo del recibidor; mi cara, con todo su lapiz de labios rojo corrido por mi morro me da un aspecto siniestro.

"Será mejor ir a la habitación", digo... ella obedece y camina delante de mi haciendo eses por el pasillo, chocándose contra una mesita y después con el marco de mi puerta.

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Se deja caer sobre la cama, yo me quedo de pie recogiendo un par de libros que están tirados por el suelo y ella se lanza hacia mi polla. La mamada que me hizo mes y medio atrás en aquel bar fue mítica (por lo arriesgada) pero ésta va camino de superarla.
Me recuesto junto a ella buscando su entrepierna y comenzamos a darnos placer oral simultáneo... una carrera feroz en la que ambos llegamos prácticamente empatados a la meta.


A continuación follamos y mientras se la meto me susurra al oído lo mucho que estaba deseando que se lo hiciera... no presto atención a nada de lo que dice, apenas hace un mes me decía que ella no era de las que se acostaban así sin más con un chico, que me había equivocado con ella si pensaba conseguirlo... es la misma Carmen que esta misma noche ha salido con dos chicos del chat a saber con qué intenciones...

Acabamos el polvo y le pregunto por esos chavales de antes, se muestra enigmática: "Son amigossss, sin mássss", afirma, sonriendo con malicia.
Si pretende ir de misteriosa o darme celos lo lleva claro.
"Pues no sé si se habrán llevado una decepción al verte marchar de esta manera", comento... "Bah, ¡que les den!", sentencia.
La Diva sigue haciendo de las suyas, me agota.

También pregunto por el senegalés, "Ya no hay nada de nada, sí, vale... era muy cariñoso y eso, pero tenía demasiada prisa por meterse en mi casa, eso no me gusta un pelo... oye, ¿te importa que fume?".

A continuación hago un chiste acerca de las probables dimensiones del miembro viril del senegalés, una maniobra de distracción en lo que pienso cómo demonios me voy a librar de ella, me está cargando bastante su rollo prepotente.
"Lo siento pero no, aquí no se fuma, solo puede hacerlo él", indico señalando mi poster de Jack Nicholson, donde sale cigarro en mano.

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Me dice que sigue muy pedo, sugiero que las más modernas técnicas de reanimación etílica recomiendan como mínimo dos polvos para recuperar la sobriedad... ella se ríe y no protesta mientras me coloco detrás y se la meto sin más miramientos.

Un rato después se nos ha acabado la conversación, miro al techo en busca de inspiración y ella pronuncia las famosas palabras "¿en qué piensas?".
Miento, en vez de decirle "en cómo echarte de mi casa" digo que estoy muy cansado, que ha sido un día muy largo, que son casi las 6 y dentro de poco tengo que ir donde mis tíos...

Entonces va y me dice: "pues nada, duérmete aquí conmigo hasta mañana..."
No sé por qué pero me pongo de especial mala hostia, me acuerdo de su frase del senegalés, lo que le mosqueaba que se le metiera en casa, etc... sin más rodeos decido cortar por lo sano.
"Sabes que eso no puede ser, aquí no puedes quedarte... -trato de maquillar la frase con un poco de falsa cortesía- espero que lo comprendas y no te moleste"


Va tan borracha que le da lo mismo, no protesta, le pido que se quede otro rato en lo que se le pasa la tajada... traigo una botella de agua y le pegamos un buen tiento, aprovechamos para darnos un último revolcón y veinte minutos después voy al salón para recoger el burruño de ropa que habíamos dejado en el suelo, también sus pendientes, pulseras y el paquete de Marlboro.

La acompaño hasta el lugar donde tiene aparcado el coche, la miro y no sabría decir si está recuperada o si sigue como una peonza... me cuenta que últimamente la han parado en varios controles a la entrada de su pueblo, pero que en esas ocasiones no había bebido nada.

"No te preocupes -dice- ahora creo que me voy a esa otra disco nueva que hay aquí al lado, que hasta bien entrada la mañana no cierran, jaja"
Nos besamos y sube al vehículo. "Pues ya sabes, sales todo recto, haces el cambio de sentido y tomas el primer desvío a la izquierda... cruzas el puente y ahí tienes la disco", exclamo antes de largarme de ahì echando leches.

Conecto el mp4, me pongo los cascos y empieza a sonar "Bitter Tears" de INXS, subo el volumen y la voy cantando por la calle... regreso a casa, enciendo las luces del salón y compruebo que Carmen no se ha dejado nada tirado por el suelo, hago lo propio en pasillo, WC y mi cuarto.

Me doy una ducha, me cepillo los dientes y me acuesto. Las sábanas tienen un aroma particular, no del todo desagradable... tardo en dormirme, mi último pensamiento es para una de las chicas del museo, espectacular...

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Al mediodía siguiente enciendo el ordenador y veo un mensaje enviado por Carmen el día anterior, a eso de las 7 de la tarde: "esta noche salgo si quieres una copa dame un toque"



viernes, 2 de agosto de 2013

"NUDISMO"

Nunca he sentido vergüenza a la hora de desnudarme, ni estando con amigos ni ante desconocidos... lo cual no significa que eso sea una práctica habitual, gamberradas puntuales aparte suelo conservar la ropa puesta acatando las reglas sociales más elementales.

Sí, no niego que quizás alguna juerga loca terminase conmigo alcoholizado y en pelota picada deambulando por alguna playa, piscina, patio o jardín... pero desde que todos los móviles tienen cámaras (ya ha llovido) he procurado eliminar esa costumbre de mi habitual hoja de ruta festiva.

La última vez que me despeloté delante de todos/as mis amigos/as fue en una fiesta veraniega que se nos fue de las manos, hace muchos años.
Recuerdo (lo de recordar es un decir) que me lo pasé muy bien, pero al día siguiente me di cuenta de que fui el único de los presentes que acabó en bolas dentro y fuera de la piscina... a eso se le sumó que la novia de un amigo me sacó algunas fotos (por suerte muy oscuras) con su cámara digital... conclusión: decidí dejar de ofrecer esos espectáculos en la medida de lo posible.



Imagino que todos estos años nadie ha echado de menos mi blanco trasero... además, en las actuales reuniones de amigos ahora son ellas las que sacan las tetas para dar de mamar a sus pequeños retoños... tan poco erótico lo mío como lo suyo, dicho sea de paso.

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En la playa me encanta bañarme sin ninguna ropa, cuando voy procuro hacerlo de manera discreta para evitar insultos y posibles multas a mi maltrecha economía.

La primera vez que estuve en una playa nudista fue por accidente, paseaba por la orilla con otros tres amigos y de repente vimos que el panorama (y el atuendo) entre los presentes estaba cambiando... era una playa mixta de esas que una mitad se considera textil y la otra nudista.

Durante el paseo por el nuevo territorio yo fui el único de los míos que se quitó el bañador. De vuelta a nuestra zona uno de mis amigos se lo contó a su novia y ella se mostró muy escandalizada, "estás mal de la cabeza, yo no piso ese lado de la playa ni muerta, ni hago esas cosas...", sentenció.

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Tiempo después visité otra playa nudista de manera sorprendentemente planeada.

Aquel año conocí a una chica y entablamos la amistad más sana que yo recuerdo haber tenido con un miembro del sexo contrario hasta aquel entonces. Ella era natural de una isla y vivía en mi ciudad por motivos de trabajo; en la isla seguía su novio (al que era 100% fiel) y en su nueva ciudad de adopción se asfixiaba sin la presencia cercana del mar.

Quedábamos habitualmente sin ningún tipo de tensión sexual, teníamos interminables charlas, fumábamos como carreteros y bebíamos cantidades ingentes de cerveza... en una de esas tardes vimos un cartel en el corcho de un bar, un aviso de las Marchas Ciclonudistas que se hacen de vez en cuando en algunas capitales españolas.
Bromeé preguntándole si nos apuntábamos y ella me contestó que si conseguía un par de bicis por ella encantada. Así surgió el tema.

A continuación me habló del ambiente desenfadado de su isla donde lo normal es que todo el mundo vaya a la playa en pelotas, que ella estaba más que acostumbrada y además participaba en grupos de técnicas de relajación y otras actividades similares en las que todos los presentes debían desnudarse completamente, etc...

Esa misma noche ya empezamos a planear una fugaz escapada para el siguiente fin de semana, al punto más cercano de la costa cantábrica donde poder quedarnos en pelotas y ser "primitivos" por un día.
Al día siguiente pillamos los billetes del tren y el sábado a primera hora nos pusimos en ruta.

Juro que hasta que no pusimos los pies en la playa no tuve la primera sensación de duda acerca de lo que estábamos haciendo... en los bares o paseando por mi ciudad era distinto, me sentía bastante a gusto y todo era inocuo, nunca había pensado en ella en términos sexuales.


Sin embargo de repente viéndola quitarse la parte de arriba del biquini mentiría si dijera que nada se removió en mi interior y que mi amistad "pura y sincera" resistía a prueba de balas... su cuerpo era bastante bonito, ¿aguantaría el mío toda la jornada en relajación o me sobrevendría alguna inoportuna erección?
Para evitar malos rollos al principio me tumbé sobre la toalla boca abajo.

Superados los primeros minutos de inevitable tensión el resto de la jornada fue fantástica, casta e inofensiva. Paseamos, nos bañamos, merendamos... y a la noche ya estábamos de vuelta en nuestra ciudad.

No conté nada acerca de la excursión a mis amigos, tanto ellos como sus novias lo acabarían convirtiendo en algo sucio o penoso con sus comentarios.
Ni siquiera entendían (y veían algo turbio en) que quedara tanto con esa chica simplemente a tomar algo... como para decirles que habíamos pasado juntos un día entero desnudos sin sexo.

La verdad es que de habérselo contado me habría tocado aguantar unas cuantas preguntas capciosas que ni yo mismo, a día de hoy, sabría contestar.


"ASOCIACIÓN ALBA PEREZ"