Yo había quedado en una de esas terrazas frente a la estación con una chica, se trataba de una especie de fugaz cita a ciegas con menos malicia de la que el habitual lector de este blog pueda imaginar: tan solo pasaríamos juntos una hora escasa en algún bar antes de que cada uno retomase su respectiva (y geográficamente opuesta) ruta.
Era bastante pronto por la mañana, yo no había dormido demasiado, apenas había visto una foto de la chica y además no llevaba puestas mis gafas… así que cuando crucé el paso de peatones y vi a una morena sola (que se ajustaba al perfil ) sentada en la primera terraza decidí acercarme a ella.
Ella nada más verme sonrió y levantó la mano saludando. Llegué a su altura, se incorporó y nos dimos dos besos.
“¡Hola qué tal! –exclamó con tono juguetón- No te ha costado
encontrar esto por lo que veo, ¿no?”
“Para nada –contesté- he seguido tus instrucciones y la verdad es que no tiene pérdida… oye, ¿qué hacemos? ¿Pido aquí algo… vamos a algún otro sitio?”
Ella agarró su bolso: “Mejor nos vamos a otro sitio… para qué esperar más, ¿no?”, dijo.
“Vale, tú dirás lo que te apetezca más…”
“Tienes el coche aquí cerca, ¿no? Nos vamos y listo…”, añadió.
“Para nada –contesté- he seguido tus instrucciones y la verdad es que no tiene pérdida… oye, ¿qué hacemos? ¿Pido aquí algo… vamos a algún otro sitio?”
Ella agarró su bolso: “Mejor nos vamos a otro sitio… para qué esperar más, ¿no?”, dijo.
“Vale, tú dirás lo que te apetezca más…”
“Tienes el coche aquí cerca, ¿no? Nos vamos y listo…”, añadió.
¡STOP!
¿Cómo? ¿El coche? Algo no acababa de ir bien…
“¿Perdón? –pregunté mientras nuestros gestos mudaban- ¿Qué coche? No sé si aquí hay un malentendido…”
“¿Pero no eres Carlos?, exclamó sorprendida.
“Me temo que no, nos hemos confundido ambos…”, comenzamos a sonreir, ella se tapó la boca sorprendida y yo encogí los hombros. Nos disculpamos inmediatamente sentándose ella de nuevo en espera del tal Carlos… y yo avanzando apenas dos pasos para descubrir a la chica con la que había quedado (ahora sí inconfundible), la cual había observado toda la escena ajena a su verdadero contenido.
Tras “presentarnos”, sentarme con ella y pedir algo, me dijo que qué casualidad que yo fuera a encontrarme con alguien conocido allí en Madrid en el lugar preciso donde habíamos quedado.
“Mi vida, en general, es bastante peculiar y extraña”, contesté dando vueltas al café… y a continuación le confesé lo sucedido.
Por suerte no se molestó por haberla confundido con alguien bastante menos guapa que ella.
P.D: ¿Y si hubiera dicho: “Sí, soy Carlos”? ¿Dónde habríamos ido? ¿Qué habría pasado?
18 comentarios:
Puedo imaginar la cara del tal Carlos si llegabas a llevarte a su cita...
Me ha encantado, yo soy un imán para situaciones como esta!
Besitos!
MARIA SAVAGE: ¿Tú también eres un imán para estas cosas? Deberíamos organizarnos y escribir unos estatutos...
Lo que lamento es que después de la confusión me senté de espaldas a la primera chica y no la vi marchar, ni quien la acompañaba... ¿se parecería a mi? Siempre me quedará esa curiosidad :)
Los estatutos serían algo asi como las bases de una asociación de jóvenes que tienen friki citas?? O "Asociación de solteros que no quieren dormir solos"? Alguna otra propuesta de asociación?
MARIA SAVAGE: Más bien lo de las frikicitas, porque lo de dormir solo no es algo que a mi me desagrade demasiado... aunque ahora que entra el frío a veces me lo planteo!!
Otra propuesta de Asociación sería para hacer una frikicita masiva anual en plan frikiorgía, con cena y karaoke opcionales XD
Insisto, ahora que llega el frío son cosas que a veces me planteo.
"Asociación de friki-citeros", me apunto! Con karaoke y todo!!
MARIA SAVAGE: ¡Organización... organización!!! :)
Me recuerda un poco a una cita a ciegas con uno de un trabajo,yo no sabía que pinta tendría,así que tras esperar varios minutos pasada la hora concertada,me acerqué a su mesa y le pregunté si era Mario,y él me contestó algo decepcionado que no pero que podría serlo.Je,je,je,me hizo sentir muy especial.
SONIA: ¿Y se quedó ahí la.cosa? ¿Decepcionó el tal Mario? :)
A veces una buena confusión abre más puertas que la.certeza más absoluta!!
La cosa se quedó allí con el desconocido,al otro del trabajo lo conocí al momento porque iba con una amiga de ambos y,bueno,majete.Pero el año pasado sí que tuve una cita a ciegas organizada por los chavales,que en principio no fue mal,llegamos a quedar más veces hasta que ya no quedamos.
SONIA:Queda anotado pues tu punto a favor de las citas a ciegas... Está claro que en esta vida no hay que cerrarse en banda a prácticamente nada :)
En mi caso no era una cita pero había quedado con alguien que se llamaba Daniel, le pregunté a un chico si se llamaba Daniel y me dijo que sí, pero resultó no ser el mío. Pocas veces he pasado más vergüenza, también es cierto que tenía 15 años.
ERIWEN: Con quince años se sobredimensiona todo... pero vamos, o el tal Daniel que abordaste era un bromista de cuidado o ya tuviste mala suerte de encontrar a alguien de idéntico nombre en el lugar señalado XD
Tuve mala suerte, luego conocí al verdadero, las casualidades son así de juguetonas.
ERIWEN: ¡Nunca es tarde si la cita es buena! :)
El mundo esta lleno de casualidades, y quizás muchas parejas empezaron con ese "si, soy Carlos"
AQUELLO NOERAYO: De hecho muchas veces esa es la estrategia pura y dura, que haya un Carlos, o Jose, tanto da... lo que cuenta es acercarse y comenzar a hablar :)
Me alegra comprobar que sigues aquí amigo...
Una vez quedé con una chica y me saludó por mi nombre un tío que se parecía al niño repipi de la serie Aida, un mal entendido parecido al tuyo. Que casualidades!
IVAN: Aquí sigo compañero, a un ritmo de publicación más lento del que me gustaría tener pero resistiendome a tirar la toalla :)
Tu malentendido es otro paradigma de las citas a ciegas o casi a ciegas... una cada X tiempo no hace daño, ¡supongo!
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