Una
vez fui con un amigo a ver un partido de fútbol a un bar. Los días de
champions el garito solía estar a reventar pero tuvimos suerte de
encontrar una mesa aunque fuera en el rincón más remoto del local.
Durante el encuentro pedimos varias cervezas y la camarera se mostró muy atenta, pendiente y simpática con nuestra mesa... quizás demasiado.
Tres días después volvió a haber partido y quedé con otro amigo en el mismo bar. Cuando entré éste aún no había llegado pero la camarera al verme salió de la barra y sonriendo me dijo que había supuesto que hoy volvería así que tenía reservada una mesa para mi, ciertamente mejor que la del otro día.
Ya con mi amigo al lado, durante el partido, el repertorio de gestos, detalles y miraditas de la camarera superó todo lo acontecido la vez anterior... ¿sería esta la excepción a mi teoría? ¿Querría algo más que una propina?
Cuando fuimos a pagar le agradecí el buen trato y pregunté su nombre...cuando escuchó el mío dijo que un tío suyo se llamaba igual.
Ese tipo de comentario me sonó a clásica empatía forzada comercial... pero confieso que salí del bar concediéndole el beneficio de la duda.
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Dos días después volví al bar, el local estaba tranquilo así que estuve hablando un rato con ella en la barra. La charla iba bastante bien así que al levantarme del taburete para irme, a modo de despedida, le pregunté a qué hora acababa de currar... su cara se transformó en un dibujo animado japonés.
Fue entonces cuando reparé en la gris y silenciosa figura de un chaval que en bermudas, camiseta de tirantes y chanclas (con un cigarrillo en la oreja) se pasaba las horas muertas en una esquina de la barra ojeando el Marca.
Ella se puso a mirarlo de manera nerviosa pero él seguía enfrascado en los resultados deportivos ajeno a nuestro diálogo...
Me fui del bar y ella se apresuró hacia la esquina donde estaba el chaval.
Una vez en la calle no pude evitar seguir con mis dudas... ¿y si el rubor de su rostro también era una técnica comercial?
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Las siguientes veces que vi a la camarera, dentro y fuera del bar, iba siempre acompañada de su chico. Al principio cuando me veía sonreía de una manera extraña y saludaba discretamente con un sencillo gesto levantando las cejas.
En el bar siguió atendiéndome con "profesionalidad" pero se acabó eso de sobarme el hombro, darme palique cada dos por tres o ponerme el platito de los frutos secos a rebosar.
El pasado septiembre volví al bar tras una larga ausencia y me crucé con ella en la entrada, me dio la sensación de que había engordado bastante pero no pude verla del todo bien... esta semana santa cuando la vi empujando un carrito de bebé en la puerta del garito todo cobró sentido.
He tardado un tiempo pero creo que ahora ya sé cuál es su horario laboral...
5 comentarios:
Tú no pierdes comba,¿eh?.Tal vez la próxima camarera...
Que me ha encantado el tema de los Housemartins,la ponían una noche en la que estuve con un amigo especial.:D
A las mujeres nos gusta coquetear. No como medio, sino como fin. Un puesto de cara al público es de lo más cómodo en ese sentido. Sé que suena fatal y que ninguna (o casi ninguna) mujer lo reconoce, pero así es.
Besos!
SONIA: No sé, lo de entrar a camareras o similares por lo que he explicado antes, es una excepción... los Housemartins eran geniales!!!
El cassette de grandes éxitos lo quemé (literalmente) durante mis años de instituto de tanto ponerlo XD
TELMA: Puede ser, el caso es que yo aquí pensé que quizás detrás de este coqueteo había una intención, que no era puro interés o deporte... pero te tomo la palabra, si es algo tan visceral entonces quizás hago bien en (de entrada) desconfiar :)
El dibujico japonés de la chica tiene tela:la cofia en la perola,el lacico de la blusa rosa,minidelantal,minifalda y esas espantosas medias con esas espantosas zapatillas.Y la tía superencantada de la vida hecha un adefesio y encima currando en el bar.
Estos japoneses se van de la olla un montón...
SONIA: Y que conste que escogí la imagen más "casta" de toda una galería anime de camareras a cada cual más "kitsch".
Sobre el gusto de los japoneses en ciertas cuestiones y su definición de erotismo ya se sabe, prefieren una buena fantasía a cualquier cosa real... y así les va :)
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