Hace ya casi cuatro años que conozco a Alicia, pero solo
hemos estado juntos tres veces contadas. El verano pasado estuvimos
hablando bastante acerca de la posibilidad de quedar, cuando alguno de
los dos dispusiese de un lugar donde hacerlo, etc... pero la estación
terminó sin que lo llevásemos a cabo.
Nada raro, no es el primer plan de ese tipo que se viene abajo, sin embargo lo que sí me sorprendió fue su repentina "desaparición" (y consiguiente silencio) poco antes de Navidades: mis mensajes y llamadas no recibían respuesta y (creo) pasé a estar bloqueado en los clásicos soportes de mensajería instantánea.
Nada raro tampoco, no es la primera chica que me hace algo así sin un motivo aparente.
No puedo decir que el caso particular de Alicia me tenga especialmente contrariado pero siempre queda ese poso de curiosidad, esas ganas de saber el motivo concreto para (quizás) poder seguir insistiendo (o no) más adelante sin resultar demasiado coñazo.
El caso es que el viernes pasado a eso de las 18:50 caminaba yo por las calles de mi gélida ciudad, embozado con una braga térmica negra y tocado con un gorro de lana a juego; empezó a llover y abrí el paraguas... fue entonces cuando vi delante de mi a una niña pequeña que me resultaba familiar: ¡la hija de Alicia!
En cuanto me dejó atrás detuve mi marcha y me giré: a su lado iba Alicia haciendo gestos a la cría, aparentemente regañándola...
Imposible que me reconociera con el rostro camuflado y escudado bajo el paraguas.
Pensé en llamarla en voz alta, en alcanzarla y saludarla; quizás me contase que ahora sale con alguien, que se ha cambiado de móvil, que no quiere volver a verme mientras viva porque soy tal o cual cosa... pero observé a la niña a su lado y decidí no hacer nada.
Ya me contestará algún día si quiere, de momento me conformo con saber que sigue viva, volveré a la carga en cuanto comience la primavera...
- - - - - - - -
Esa misma noche de viernes he quedado para ir a cenar con una chica a un restaurante nuevo americano que han abierto en mi ciudad.
Entramos
a las 21:45, el encargado nos conduce al fondo de la sala (estilo Pulp
Fiction) y al final del pasillo nos da a elegir entre el rincón de la
izquierda o el de la derecha... a primera vista me decanto por el de la
izquierda, ya voy a señalárselo al camarero cuando de repente descubro
que en la mesa de al lado está Alicia con una amiga.Nada raro, no es el primer plan de ese tipo que se viene abajo, sin embargo lo que sí me sorprendió fue su repentina "desaparición" (y consiguiente silencio) poco antes de Navidades: mis mensajes y llamadas no recibían respuesta y (creo) pasé a estar bloqueado en los clásicos soportes de mensajería instantánea.
Nada raro tampoco, no es la primera chica que me hace algo así sin un motivo aparente.
No puedo decir que el caso particular de Alicia me tenga especialmente contrariado pero siempre queda ese poso de curiosidad, esas ganas de saber el motivo concreto para (quizás) poder seguir insistiendo (o no) más adelante sin resultar demasiado coñazo.
El caso es que el viernes pasado a eso de las 18:50 caminaba yo por las calles de mi gélida ciudad, embozado con una braga térmica negra y tocado con un gorro de lana a juego; empezó a llover y abrí el paraguas... fue entonces cuando vi delante de mi a una niña pequeña que me resultaba familiar: ¡la hija de Alicia!
En cuanto me dejó atrás detuve mi marcha y me giré: a su lado iba Alicia haciendo gestos a la cría, aparentemente regañándola...
Imposible que me reconociera con el rostro camuflado y escudado bajo el paraguas.
Pensé en llamarla en voz alta, en alcanzarla y saludarla; quizás me contase que ahora sale con alguien, que se ha cambiado de móvil, que no quiere volver a verme mientras viva porque soy tal o cual cosa... pero observé a la niña a su lado y decidí no hacer nada.
Ya me contestará algún día si quiere, de momento me conformo con saber que sigue viva, volveré a la carga en cuanto comience la primavera...
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Esa misma noche de viernes he quedado para ir a cenar con una chica a un restaurante nuevo americano que han abierto en mi ciudad.
No la Alicia que me crucé tres horas antes en la calle... ¡otra!
"Alicia Número Dos" es otra chica que conozco desde hace un par de años pero que apenas nos hemos visto cuatro veces contadas... para mi "suerte" la última vez fue el domingo pasado que quedamos a tomar un café y al final de la velada nos estuvimos enrollando en un portal cercano a su casa.
Juraría que Alicia levanta la cabeza y deja de mirar a su amiga, apostaría que me ha visto de lleno mientras digo al camarero (atropelladamente) que no, que mejor la otra esquina... casi siento su mirada clavarse en mi espalda cuando nos dan una mesa que queda bastante a la vista de la suya.
Por un momento considero la posibilidad de levantarme y saludar, a veces dar el primer paso es la mejor manera de evitar conflictos... al final la pasividad triunfa, me siento y aguanto el tipo cruzando los dedos para que nada desagradable suceda.
Durante la cena no consigo relajarme pero mantengo la compostura y llevo la conversación hacia terrenos superficiales que no requieran demasiada concentración, pues la vista (y la cabeza) se me va de vez en cuando (todo lo discretamente que soy capaz) hacia la mesa de Alicia.
La veo hablar con su amiga, gesticula con las manos pero lo hace de un modo amistoso... no creo que esté diciendo "mira al hijolagranputa, se lía conmigo y apenas cinco días después sale con otra, ¿crees que si doy a la camarera veinte euros me dejará escupir en su plato?".
¿Será posible que no me haya visto? No puedo estar más expuesto, Alicia no tiene más que apartar la vista del plato o de su amiga y allí me encontrará.
Terminamos los entrantes en calma, sin interrupciones, me rellenan el vaso con más refresco, nada más llegar el plato principal giro de nuevo la cabeza y descubro (con gran alivio) que Alicia y su amiga se han ido.
La hamburguesa me sabe a gloria.
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Dos días después escribo a ambas Alicias. La primera sigue sin contestar... con la segunda mantengo una amena conversación que me deja claro que no me ha cazado en el restaurante, de hecho me propone quedar el próximo domingo para pasar toda la tarde juntos, que el otro día aquel café "le supo a poco".
Bendita miopía... ¿o se trata de algo más?
La mayor parte de mi vida he sido una especie de ente invisible para las chicas (jamás nadie me ha regalado nada en ese terreno) y siempre he considerado dicha circunstancia como una franca desventaja a la hora de ligar. Dicho esto, sin embargo... debo reconocer que a veces tiene su lado bueno.